Si esta crónica se pudiera acompañar con música, seguramente tendría sonidos electrónicos inusuales, scratch (técnica que consiste en mover un disco de vinilo, hacia adelante y hacia atrás, en el plato) y las letras de las canciones en rima.
¿Y por qué todas estas especificaciones, quizás algo complejas de entender para algunos? Sencillamente porque el atarazaneño Álex Lucero es uno de los máximos referentes del hip hop del país. De eso se trata esta historia.
Esa categoría se la ganó a pulso de baile, de realizar pasos arriesgados y por promover este movimiento durante los años 80, en Guayaquil y en todo el territorio ecuatoriano. Su nombre rebasó las fronteras de su ciudadela.
Lucero formó parte del grupo La Colección, pionero de ese género en el suelo nacional, allá por los 90. Entre sus temas más famosos están “Jam jam”, “Ritmo mestizo”, “Movimiento egipcio”, entre otros.
Además, tuvo la oportunidad de bailar informalmente con el famoso rapero y actor ecuatoriano Gerardo Mejía, en una visita que hizo a la urbe el también cantante.
Pero el vínculo de Álex (52 años) con esta cultura nacida en el Bronx y Harlem, en Estados Unidos, va mucho más allá. Hoy, junto a un grupo de amigos ecuatorianos y norteamericanos, trabaja en un documental acerca de la historia del hip hop en el país.
Aquel joven que vio por primera vez esos complejos pasos de baile, los aprendió y escuchó este género cuando apenas tenía unos 12 años, hoy es un precursor cultural de este movimiento.
“Todo esto nació en mí cuando viajé de vacaciones a Estados Unidos (Nueva York) y vi bailar a unos jóvenes, en la escuela donde estudiaba mi primo “Cuzo” (fallecido)”.
En esa ocasión, recuerda con claridad que los danzantes eran afroamericanos y latinos. “El verlos girar sus cuerpos con todo el peso sobre la cabeza o realizar el ‘moon walk’ (paso de Michael Jackson en el que se desliza con los pies hacia atrás) me engancharon”.
Durante esa estadía en suelo norteamericano estuvo por varias semanas indagando más acerca de aquello que lo atrapó hasta hoy.
Ya en Guayaquil, el acceso a la información, música, bailes y videos se daba solo por el intercambio entre amigos del material adquirido en el exterior (casetes de audio y de Betamax). Era la única manera de mantenerse al día en torno a todo lo relacionado con el género.
A la edad de 14 años, este hincha del Emelec se unió con su amigo Jaime Guerra e integraron el dúo Atarazana Breaking. Participaron en un concurso de baile en televisión y llegaron hasta el segundo lugar. Reconoce que los ganadores, recién llegados de Estados Unidos, tenían más “cancha”, ya que en el país del norte ensayaban de la mano de personas más experimentadas.
Por esa misma época, los cines empezaron a proyectar películas como Breakin’, filme que apareció en 1984, dirigido por Joel Silberg, cuya trama está ambientada en el mundo del breakdance.
Lucero, quien residió por más de 45 años en la villa 7 de la manzana H-3 en La Atarazana, se adhirió también a United Street Rockers, gracias a su talento en el baile.
“Era el grupo más importante del momento. Tuvo la oportunidad de presentarse en todo el país, incluso para grandes empresas del sector privado”.
Álex, padre de Génesis, Doménica y Álex Jr., sostiene que en 1984 es cuando toma mayor fuerza esta corriente en Guayaquil. “La gente bailaba en la avenida 9 de Octubre, especialmente en los bajos del Banco Central. Ahí era la meca de los bailarines porteños”.
A este sitio llegó en una ocasión con el rapero Gerardo Mejía, a quien considera el máximo exponente del país en este movimiento urbano. Con él tiene algunas anécdotas, a más de que ponderó su estilo y destreza en la pista.
“En esa ocasión fuimos y Gerardo entregó a alguien sus gafas para mostrar ciertos pasos. Los espejuelos nunca le fueron devueltos”, rememora entre risas.
Lucero, quien se desempeña actualmente como segundo operario en una compañía privada de Estados Unidos, explica la doctrina del hip hop: “Se sostiene en cuatro aspectos, aunque hay personas que han sumado uno más. Los principales son el grafitero, el DJ, el cantante y el bailarín de breaking. El nuevo sería el conocimiento, que es lo que estamos transmitiendo ahora”.
Para Álex, lo más difícil es bailar de cabeza. “Si no tienes un peso adecuado, podría resultar fatal. Aprendí a ejecutarlo y lo practiqué por muchos años. El secreto, para mí, está en el equilibrio”.
El también conocido como “Kid Flash” está casado con Vivien Villamar. Admite que en el puerto principal hubo muy buenos bailarines, como Roberto López y Gunther Dávila, con quienes formó el grupo Soul Sonic Break.
Ese apelativo se lo ganó por la rapidez con la que aprendía complejos pasos y difíciles técnicas de baile.
No se atreve a realizar un cálculo sobre la cantidad de personas que se involucraron con esta música y coreografías. Solo sabe que hasta el Policentro, Albán Borja, Mi Comisariato (La Alborada) y Garzocentro llegaban decenas de jóvenes para exhibir sus habilidades.
“El ocaso de toda esta corriente se dio en 1987 con el arribo del rock latino y, además, por la aparición de pandillas, que equivocadamente las vincularon a quienes estábamos en esto”.
Lucero siguió bailando. Esa fiebre nunca se apagó en él. Y parece que eso nunca ocurrirá. Entre finales de los 80 e inicios de los 90 acudió a muchas fiestas, en donde exhibió sus pasos y todo lo que había aprendido.
Ese amor hacia el hip hop se mantiene hasta ahora. Él tiene un lema: “Rapero se nace, jamás se hace”.
De ahí surge la idea de armar un documental.
El proyecto -afirmó- está en marcha. Aún no hay una fecha para exponerlo al público, por cuanto la tarea de recopilar el material de producción no concluye todavía.
Lo cierto es que su nieto Aldo Montesinos ya baila. Lo hace en el piso o de pie. Álex es su maestro y espera que sus enseñanzas motiven a las nuevas generaciones para que continúen su legado. (I)
Fotografías y videos: Cortesía de Álex Lucero