Un semillero de básquet toma forma en La Atarazana

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Las tardes para Carlos Altamirano, Ainhoa Gutiérrez y unos 45 chicos más cambiaron desde hace dos meses, aproximadamente, en que empezaron a practicar básquet, en la cancha del parque de La Concordia.

Ellos junto a otros amiguitos de diferentes estaturas y edades de La Atarazana, La FAE y otras ciudadelas aledañas, forman parte de la escuela de baloncesto de Isaac Molina Zambrano.

El grupo entrena los días lunes, miércoles y viernes en la pista contigua a la sede de la Asociación de Propietarios de La Atarazana (APA).

Ahí a partir de las 15:30 se viven momentos de algarabía y mucha integración.

Los chicos y chicas corren con balones en mano, otros juegan y algunos charlan hasta que inicie la clase cuya duración es de dos horas.

Isaac, morador de la manzana D-3 y quien vivió por muchos años en la O-2, no solo les enseña básquet, también dialoga con ellos.

Esto último acorde con su desempeño profesional como coach y sus conocimientos en sicología y superación personal.

Molina ha jugado básquetbol desde su infancia. Su educación primaria y secundaria la tuvo en la Escuela Fiscal Mixta Presidente Velasco Ibarra y en el Colegio Nacional Dr. Francisco Campos Coello, ambos de La Atarazana.

En este último es donde se consolidó su pasión hacia la práctica del baloncesto. Hace unos años, este plantel tuvo a algunos de los mejores basquetbolistas del norte de Guayaquil. Elementos que pasaron a formar parte de importantes clubes de la ciudad, así como de las selecciones del Guayas, en diferentes categorías.

Isaac formó parte de varios combinados guayasenses

Su cercanía hacia el básquet se da gracias a su tío Pablo Molina, quien jugó en Barcelona y representó a la provincia en distintos torneos nacionales.

“A los 9 o 10 años tuve mi primer contacto con un balón. Esto se dio en la escuela y poco a poco me fui formando. A los 12 años ya medía 1,80 metros”.

Una de las anécdotas que rememora Isaac en su época colegial es que convirtió en basquetbolistas a varios compañeros que eran aficionados al fútbol.

Incluso es aquí donde Molina da sus primeros pasos como instructor de esta disciplina deportiva.

Su ingreso a la universidad no lo alejó de los balones y las canastas.

Continuó practicando en las canchas de La FAE, Bella Aurora y su ciudadela, además de capacitarse en cursos y talleres acerca de este deporte.

El mayor logro que consiguió es haber quedado campeón con Guayas durante tres años consecutivos desde 2004. El tener una estatura de casi 1.90 metros y el ser zurdo, le favoreció para acoplarse con facilidad en todos los equipos donde jugó en las posiciones de pívot y alero.

Hoy, Molina quien está casado con María José y es papá de Bruno y María Paula, tomó la decisión de transmitir sus conocimientos a sus vecinos más pequeños de La Atarazana y otros sectores aledaños.

Hace unos dos meses formó la Escuela de Formación Especializada en Baloncesto y Coaching Deportivo ‘La Atarazana Basketball Club’.

“Este ha sido mi mayor sueño. No lo podía concretar por razones de trabajo y otras ocupaciones. Tras el encierro por la pandemia y el sedentarismo en que se encontraban nuestros niños, tomé la decisión de fundar este espacio de entrenamiento”.

Su objetivo principal es formar un club que a futuro represente a la ciudadela en campeonatos y torneos locales o nacionales.

Para el efecto, ya planifica estrategias con el fin de llegar al sector privado y aporte en esta causa.

Por lo pronto, Génesis Barreiro (jugadora activa), su tío Pablo Molina (exseleccionado de Guayas) y su esposa forman parte del equipo de entrenadores.

“El costo de las clases es de $ 25 por estudiante y de $ 20, en caso que sean tres hermanos. Esto sirve para cubrir los gastos de los profesores y la compra de balones”.

Isaac y sus colaboradores enseñan fundamentos técnicos como dribling, dominio de balón, posturas y demás aspectos relacionados al básquet.

Para diciembre, este coach deportivo prevé tener listas al menos dos selecciones que puedan representar a la urbanización en distintos campeonatos.

Ejercicio y nuevos amigos

Ainhoa (10), residente de la manzana K-3, de la Atarazana, está muy contenta de practicar el baloncesto. Su abuelo, Eduardo Arreaga, también jugó en su época juvenil, lo cual es una motivación más para la pequeña.

“El ingresar a esta escuela nos permite alejarnos de las pantallas de computadoras o teléfonos celulares. Nos favorece el ejercicio y aprendemos algo nuevo cada día. Además, he conseguido nuevos amigos. Mi hermano Gabriel, de 13 años, también entrena”.

Carlos (16) quien vive en los bloques que están al interior de la base de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE), es otro de los adolescentes que entrena con Isaac.

“Desde pequeño siempre me ha gustado el básquetbol por el trabajo en equipo que se hace. Ya lo había practicado, pero aquí estoy aprendiendo más”.

El joven se desempeña en la cancha como alero o pívot, pues al medir 1,70 metros se le facilita llegar al aro.

Salir del sedentarismo

Gisella Vaicilla y Cristina Niola son las mamás de Analía (12) y Eduardo (9), respectivamente.

Ambas coinciden en que la práctica del baloncesto es una de las mejores opciones para salir del sedentarismo provocado por la pandemia de la covid-19.

Vaicilla, oriunda de Guaranda, jugó también en su época colegial.

“A mi hija le gusta el vóley, pero quiso aprender otra disciplina deportiva. Nos pusimos a buscar una escuela y encontramos la del profesor Isaac Molina. Nos gustó por el trato y la manera de enseñar. Analía está muy feliz de estar aquí”.

Gisella considera que el básquet les ayuda a los chicos para mantener el equilibrio emocional y físico. Además, que aprenden a trabajar en equipo.

A Niola, le gustaría que su hijo represente a Guayas y por qué no al Ecuador en alguna selección.

Su esposo Eddy es practicante activo del básquet y fue quien le inculcó esta disciplina.

Cristina coincide con Gisella en el sentido que este deporte es una gran oportunidad para que los niños aprendan a trabajar en conjunto y ser disciplinados.

Ainhoa, Carlos, Analía y Eduardo no solo están entrenando con un balón en la cancha del parque de La Concordia, también se están formando como buenas personas.

El ejercicio al aire libre y las risas con nuevos amigos cambiaron sus rutinas. El anhelo del profesor Isaac se está construyendo poco a poco en su lugar favorito: La Atarazana. (I)

Fotografías: Atarazana Go!

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