El verdadero poder del rock pesado en sus diferentes géneros, se hizo sentir la noche del sábado 20 de noviembre en el bar Diva Nicotina, del barrio Las Peñas.
Tres bandas: Sagaz, Primate y METALQUIL, en su orden, se presentaron en lo que podría ser uno de los mejores recitales del año en Guayaquil: el Headbangers Attack VI.
Esta afirmación se sustenta en varias razones: la calidad del audio, el escenario y su iluminación, el comportamiento del público, pero principalmente por el profesionalismo y la técnica de los 13 músicos que se subieron a la tarima, más algunos invitados a cantar o a tocar la guitarra.
La acogida de los metaleros porteños fue tal, que con varias semanas de anticipación se agotaron las entradas.
Cerca de las 21:30 subieron al escenario los cinco integrantes de Sagaz (heavy metal agresivo). Arrancaron con el tema Sueños medievales, para luego dar paso a un solo de guitarra improvisado del virtuoso Jonathan Torres. Este lució una chaqueta azul, similar a la que utilizaban en la Europa medieval, los hombres de clase alta en los eventos sociales.
En su repertorio se incluyó una canción (El poder del rock) a manera de tributo para todos los jóvenes que alguna vez soñaron con fundar una banda. Aquí participó Adrián Naranjo, primo de Andrés, vocalista del grupo.
El frontman de los ‘sagaces’ no escatimó esfuerzos para demostrar la fuerza de sus cuerdas vocales.
Dos de los integrantes: el baterista, Jonathan Izquierdo y el bajista, Carlos Alvear son prácticamente nuevos con ellos, pero según Andrés, se acoplaron rápido a lo que Sagaz quiere. El otro guitarrista es Isaac Díaz.
Tras unos 45 minutos en que los asistentes disfrutaron de una combinación entre el heavy y el power metal, le correspondió el turno de Primate (thrash metal).
Este trío integrado por Álvaro Pozo, en el bajo; Brian Calle, en la batería; y Christian Solís, en la guitarra demostró que no solo son buenos músicos, sino que también son muy técnicos.
Dispararon un tema instrumental como para soltar los dedos y calentar los músculos. Tras eso, siguieron con Quien vive, quien muere y Basura. Este último es una composición de rechazo a la clase política del Ecuador.
Preso del humo, es una canción dedicada a un amigo de la banda que cayó en el consumo de drogas y los difíciles procesos de rehabilitación.
Brian también es la segunda voz de la banda. Álvaro es el más pasivo de todos. Toca su bajo de 5 cuerdas y se concentra en su trabajo, sin moverse demasiado.
La presentación concluyó con Inhala, en la que al final Christian, quien usa una guitarra Gibson Les Paul, cierra con un poderoso grito.
Los presentes, cerca de un centenar de personas, aplaudieron y ovacionaron el show de Sagaz y el de Primate. Fue un reconocimiento merecido por todo lo que dieron al público.
Los músicos de METALQUIL (power metal) treparon de inmediato a conectar sus equipos, una vez que los tres “primates” abandonaron el escenario.
Entre 10 y 15 minutos les tomó ese proceso y luego hubo un tiempo más de espera hasta que aparezca Paolo Monroy, líder y vocalista del grupo.
Finalmente, cuando el reloj marcaba cerca de las 23:30, subió Paolo a la tarima vestido íntegramente en cuero negro, botas y un cinturón que parece tener balas de fusil.
El cantante guayaquileño interactuó de inmediato con los presentes y pidió aplausos para quienes le antecedieron. Felicitó a varios cumpleañeros, entre ellos Fabrizio Salas, líder y vocalista del grupo Blasfemia, quien se encuentra de paso por la ciudad.
Se vinieron entonces temas como: Caos total, Autodestrucción, La venganza, Asesino en serie y Mundo Siniestro.
Para la canción Heavy Metal (de la autoría de Sergio Carpio), Monroy invitó a compartir los micrófonos a su amigo del colegio: Edison Vacacela.
Paolo se lanzó en las distintas interpretaciones varios agudos que quizás remecieron los cimientos del restobar.
Fabrizio Salas también acompañó a los METALQUIL en una canción del género death metal, cuyo autor es Álvaro Gómez.
En otro momento de interacción del frontman porteño recordó que las letras de las canciones son de la inspiración de su hermano, Jorge Monroy.
En cada melodía los guitarristas Harlington Álava y Álvaro Gómez tocaron como si fuese el último concierto de sus vidas. El hombre del sonido grave Carlos Freire (bajista) se acopló perfectamente a esa sinfonía destructora. Mientras, el baterista Kevin Chancusig le pegó con tal fuerza y rapidez a los tambores, platillos y bombos, de manera que fue posible sentir ese choque en las mesas del bar.
Ciudad sin ley (compuesta entre Paolo y Julio Salame, de Notoken), Así se forjó el metal y Deben morir (cuestiona la corrupción de la clase política) fueron los temas de cierre.
Otra vez el también gerente y propietario de la tienda Rockquil demostró que puede elevar su voz a tonos muy altos, sin mayores problemas.
Un poco antes de la 1 de la madrugada concluyó el recital. Los cerros, las casas antiguas y las calles empedradas de Las Peñas seguramente vibraron por la energía que emanaron las tres bandas. La gente salió feliz de Diva. (I)
Fotografías: Atarazana Go!