Profecía: una historia de rock y gloria que nació en Brisas del Río

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En Ecuador son contadas las bandas de rock pesado que han triunfado y que gozan del reconocimiento de los metaleros, en los distintos escenarios de las 24 provincias.

Cuenca, Quito y Ambato son algunas de las ciudades que aportan con agrupaciones renombradas en la escena nacional y fuera del territorio patrio.

En Guayaquil también las hay y son varias. Acudir a un concierto en la Perla del Pacífico permite ver el esfuerzo y el trabajo de muchos músicos y compositores por ganarse un lugar.

Hoy, más que nunca, los primeros sitiales están peleados en los diferentes géneros. Hay grupos que son verdaderos referentes para quienes están empezando y al mismo tiempo para el rock porteño.

La historia a la que nos vamos a referir en este reportaje se remonta a mediados de los años 80’s y corresponde nada más y nada menos que al cuarteto de thrash/death metal guayaquileño: Profecía.

Aquí encontrarán narraciones jamás reveladas por Érick Álava, cantante y líder fundador; así como del guitarrista Johnny Reyes, otro de los iniciadores de un sueño que se transformó realidad y que llegó a uno de sus puntos más altos cuando telonearon a la mítica Slayer, en Quito, ante unos 6 mil rockeros.

Tras casi 160 minutos de entrevistas con Érick, Johnny, Andrés Mendoza (bajo) y Byron Alvarado (batería) es importante destacar las coincidencias que hay entre sí y otros aspectos de cada integrante.

Los inicios del fundador

Entre 1985 y 1986, la familia Álava-Sányer dejó la que fue su ciudadela por años (La Atarazana) y se mudó a una naciente urbanización más al norte de Guayaquil, llamada Brisas del Río.

En ese núcleo estaba un joven lasallano bastante delgado y blanquinoso, que en su niñez había sido de cabello rubio, y cuyo nombre es Érick. Se trata del mayor entre sus hermanos: Harry, Frankie y Yadira.

La noticia lo golpeó. Estaba dejando a sus mejores amigos de la adolescencia: Abel Romo, Jaime Loaiza, Mauro Loor y Henry Andrade.

Se trataba de los panas con los cuales no solo se había pegado sus primeros tragos y compartido las primeras fiestas, sino también quienes por esas extrañas casualidades del destino, le prestaron los primeros discos de rock de bandas como ACDC, Ángeles del Infierno, Barón Rojo y otros de esa época.

Para esto, Álava había accedido desde su casa a videos de otros grupos como KISS o Quiet Riot, que se transmitían en los legendarios programas Sintonizando (Canal 10) y el Show de Bernard (Ecuavisa)

Eso pasó cuando el denominado rock latino estaba en su esplendor, tanto como la estrella del pop, Michael Jackson (+). Ambos de su agrado.

Érick -como no podía ser de otra forma- tuvo que acatar y someterse a lo que decidieron sus padres. Aquí, otra vez, entra el destino a hacer lo suyo en la vida del joven que se alistaba por esos años a estudiar Publicidad y Diseño Gráfico en la Universidad Laica Vicente Rocafuerte.

Al igual que cualquier muchacho de aproximadamente 17 o 18 años, Álava comenzó a salir en su nuevo barrio en búsqueda de amigos.

Los primeros que cosechó estaban atrapados en el rock latino y con el punk español de Ilegales.

En cierta ocasión, mientras estaba en una vereda, tomó una tiza y empezó a dibujar el logo de Iron Maiden. Su vecino Álex Rendón, que aún no era su amigo, pasó por el lugar y observó los trazos. Lo interrumpe y le consulta si escuchaba al entonces quinteto británico (hoy son 6 con Janick Gers), a lo que Érick, le responde de manera afirmativa.

Así es como consigue al primer amigo rockero, en su nuevo barrio. De a poco aparecen Jimmy Naranjo, Johnny Reyes, Omar Paz, Geovanni Cruz y otros con los cuales se reúne a escuchar más bandas y géneros, pero también con quienes por primera vez conversa sobre la posibilidad de crear una agrupación musical.

“No teníamos idea de cómo tocar porque nadie había estudiado música”.

Érick se inclinó por la guitarra y aprendió por sí solo con revistas, donde enseñaban los acordes y ritmos.

En la familia no había antecedentes de un miembro con educación en ese arte. Su primer instrumento fue una vieja y polvosa guitarra acústica, la cual solo tenía dos cuerdas y estuvo por años debajo de una cama en su hogar.

Y es así como se une inicialmente con Geovanny y Omar. La idea era hacer heavy metal en español, con influencias del thrash de la época.

Para esto Paz había adquirido una guitarra ‘bastarda’ de color blanca a le que le adaptó unas cuerdas marcas Peavey.

“Pasó algo muy gracioso y esta es una de nuestras primeras anécdotas. Omar cortó con mucho cuidado la etiqueta y luego la pegó en el instrumento de tal forma que mucha gente pensaba que se trataba de una guitarra original de esa marca y nunca fue así”, narra entre risas Álava.

Posteriormente a Jimmy le obsequiaron una guitarra sencilla de un micrófono. Esa herramienta musical fue a parar a las manos de Érick y se convirtió en el primer objeto con el que comenzó a componer.

Fusión con Pelotón Traumado

Cuando todo apuntaba a que el naciente trío iba a meterse de lleno, Geovanny se retiró y Omar desistió de avanzar.

El germen se desgranaba. Álava se quedaba solo cuando recién empezaba a soñar. Apenas alcanzaron a tocar la canción Electrificante (presentada recientemente en varios recitales), de la cual existe un video casero grabado entre 1991 o 1992.

Sin embargo, en su proyecto había ideas bien sustentadas que atrajeron a Johnny y a Jimmy, fundadores de Pelotón Traumado, banda de punk integrada por exalumnos del Liceo Naval y de la Academia Naval Guayaquil. De ahí, el origen del nombre.

“Ellos no tenían muchos avances por diferentes razones y yo me había quedado solo. Les dije que se unieran conmigo, por cuanto tenía todo bien esquematizado y eso les gustó. Se sumaron de inmediato”.

Gregoria, la del nombre

Érick desde hace muchos años, incluso, antes de sumarse con Omar y Geovanny ya había empezado a componer canciones. Era un océano de ideas sin hacerlas realidad.

Siempre se sintió atraído por los temas relacionados al apocalipsis, a lo misterioso y similares.

En 1990 trabajaba en el Municipio de Guayaquil y a diario buscaba un nombre. Este debía guardar relación a una fuerza destructiva, a un relámpago o a un poderoso cortocircuito. Una opción fue Tempestad, pero no le convencía.

“Un día me encontraba en la oficina y mi compañera Gregoria Arias me consultó ¿qué estaba haciendo?, a lo que le respondí que trataba de buscar el nombre para un grupo de rock que incluya a todo lo que pensaba, en una sola palabra. Ella me miró y en segundos dijo: Profecía”.

Así es como nace el término que identificaría al grupo desde su génesis hasta el presente y posiblemente hasta el final de los tiempos.

Érick nunca supo más de Gregoria. Se quedó con las ganas de decirle que “alcanzaron la fama y que ella le puso el nombre a la banda”.

La alineación de estreno

Tras superar un sinnúmero de situaciones Profecía toma forma y su primera alineación oficial la conforman: Érick, en la voz y guitarra; Johnny, en la guitarra; Jimmy, en la batería; y Xavier Muñoz, en el bajo. Este último era amigo de Reyes.

“Con ellos grabamos nuestro disco inicial y también nos estrenamos en las tarimas”, rememoró Álava.

En noviembre de 1993, los proféticos se presentan en una kermesse del colegio Ati II Pillahuaso. Los temas no fueron interpretados con voz agresiva, sino más bien fueron “suavizados”. Esta tocada no es considerada por la banda como su presentación oficial.

Al año siguiente, en agosto, Juan ‘Russo’ Sánchez (líder de Kaos), invita al novel cuarteto a un recital en el sur de Guayaquil. Profecía ni siquiera estaba en la hoja volante repartida en los puntos frecuentados por los metaleros porteños.

“Eso fue en un garaje de la calle Francisco Segura. No sabíamos si nuestra propuesta iba a gustar. Éramos unos completos desconocidos. Ya la gente no estaba enganchada en el thrash y más bien todos escuchaban grunge. Tocamos un tema de Nirvana para ver cómo nos iba de entrada y les gustó a los rockeros. Tras eso lanzamos nuestro repertorio y el mosh se desató. No a la tercera destrucción y Pandilleros del cielo fueron algunos temas de aquel día”, precisó Álava.

Cientos de conciertos

La comunidad metalera de la Perla del Pacífico comenzó a hablar de Profecía. El cuarteto es invitado a un sinnúmero de tocadas dentro y fuera del suelo guayaquileño.

Además, empiezan las giras por diferentes provincias, así como también shows junto a bandas internacionales.

De acuerdo a Érick, el grupo se ha presentado, en vivo, en al menos 400 ocasiones. Él tiene la mayoría de los flyers en donde aparece el nombre.

Así mismo han salido de gira por las principales ciudades del país. Formaron parte de los recitales cuyas máximas atracciones fueron Dirty Rotten Imbeciles (D.R.I.), Mortal Sin, Tren Loco, Malón, entre otras.

El más importante para los proféticos es el que telonearon a los dioses del thrash metal del mundo: Slayer. Quizás ninguna agrupación rockera del Ecuador pueda repetir ello, debido a que el cuarteto liderado por Tom Araya y Kerry King se disolvió ese mismo año, en que tocó en la Capital de la República.

De esto también hay varias anécdotas que involucran a los actuales integrantes de Profecía.

Johnny, el gran ausente

2019 jamás será olvidado por muchos metaleros del Ecuador. Ese año se presentó en el país uno de los grupos preferidos por los thrasheros: Slayer.

Ya habían venido antes Metallica, Megadeth y Anthrax. Solo faltaba el último de cuatro los jinetes del thrash metal.

Era como el sueño hecho realidad para los amantes de este género. Pero no todo se limitaba a la tocada de los californianos, también los organizadores buscaban a una banda nacional que abriera el concierto.

Los grupos más importantes del país enviaron su material para que sea analizado por los promotores del recital.

“Nosotros mandamos música e información a través de nuestro eterno manager José Franco Calixto con casi tres meses de antelación. Sin embargo, dudábamos que íbamos a ser los elegidos. Siempre creímos que se escogería a alguien de Quito”.

Por esa época, Profecía estaba cumpliendo 25 años y además había lanzado al mercado un disco en vivo.

Para Álava esto último habría sido fundamental.

“En esa producción se escucha todo el potencial de la banda y pienso que eso fue considerado a la hora de seleccionarnos”.

La manera en que el grupo escogido iba a enterarse era cuando Slayer publique el cartel en sus redes sociales.

“A las 21:00 de un miércoles apareció el post de Facebook y simplemente no lo creía. Fueron minutos de locura, emoción, felicidad y satisfacción. Fue como un reconocimiento a todo lo que hemos hecho hasta ahora. Me alegró leer los comentarios positivos de los fans”, afirma Érick.

De inmediato empezó un cruce de mensajes entre Álava, Johnny, Andrés y Byron. La euforia se trasladó al WhatsApp. No solo los proféticos eran los únicos contentos, también lo estaban sus fans y la comunidad metalera de Guayaquil.

Pero no todo salió como ellos querían. Un accidente le impidió a Johnny Reyes estar en una tocada memorable. Frankie Álava, exmiembro de Profecía y hermano de Érick, fue quien lo reemplazó.

Mendoza pasó a la guitarra y Frankie se encargó de tocar el bajo.

“Ya habíamos hecho el último ensayo. Unos días antes del recital tuve un accidente y permanecí hospitalizado por varios días. Me satisface que mis compañeros me hayan dedicado esa tocada”. (I)

Fotografías: Atarazana Go y cortesía del grupo Profecía

Nota: En la segunda parte de este reportaje revelaremos detalles sobre el secreto del éxito de la banda, lo que hay detrás de los integrantes, cuáles son sus otros gustos musicales, el cambio de look de Érick y otras anécdotas.

 

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