Primate, el grupo de thrash metal porteño que nació en 2020

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No son ‘simios’, son Primate (en singular). El nombre de esta banda de thrash metal nacida en Guayaquil, guarda relación con el vocablo ‘mono’, usado a veces para identificar a los oriundos de la ciudad puerto.

Su líder y vocalista, Christian Solís (43) consideró ese detalle, así como la teoría de la evolución del ser humano, para llamar al trío que también lo conforman Brian Calle (baterista) y Álvaro Pozo (bajista).

Este grupo tiene varias características interesantes que merecen destacarse. Así, por ejemplo: dos de sus músicos estudiaron por varios años en distintos conservatorios de la urbe; Calle y Pozo son amantes del metal progresivo, en tanto que Solís es totalmente thrasher; Brian y Álvaro son productores de sonido y vendedores de instrumentos musicales, Christian es fotógrafo y videógrafo, entre otros aspectos.

Los cierto es que Primate es una banda relativamente nueva en la escena local, pero sus integrantes tienen una trayectoria que data desde hace años.

El 1 de enero de 2022 hicieron el lanzamiento del video de la canción ‘Inhala’. Se trata de un tema sarcástico sobre la venta y consumo de drogas en Guayaquil. El audiovisual lo produjeron en el sector conocido como Bastión Popular.

Primate fue uno de los grupos invitados al concierto Headbangers Attack VI, que se celebró en noviembre, en el bar Diva Nicotina.

El trío tuvo una muy buena aceptación entre el público, por la gran técnica de los miembros, pero a Solís le hubiera gustado ver mosheando a los presentes. Donde sí tuvieron un buen pogo fue en otro recital a semanas siguientes, en el vecino cantón Durán.

La ‘cueva’ de ensayos y grabaciones de este grupo se encuentra en la ciudadela Kennedy, al norte de Guayaquil.

Un guitarrista de música clásica en el metal

En el colegio Bernardino Echeverría es donde Christian Solís tuvo sus primeros acercamientos con el rock. Al igual que la mayoría de metaleros fueron sus amigos (en este caso Omar Sotomayor, Juan Carlos Molina y Juan Chalén) quienes les prestaron los primeros casetes de los británicos/australianos ACDC y de los españoles Ángeles del Infierno.

Para esto, Sotomayor ya tocaba la guitarra y eso llamó la atención de Solís. Él había observado cómo su amigo atraía las miradas de las demás personas.

Tenía cerca de 14 años cuando se interesó en sacarle melodías el instrumento. Con un poco de insistencia logró que sus padres le compren una guitarra ‘barata’ cuyo costo en esa época fue de 55 mil sucres.

A los 16 integra una banda con Boris Llerena, José Nortía y otros, para tocar covers de Sepultura, Metallica, Pantera y demás referentes del thrash de la época.

“Escuchaba las canciones y las sacaba. Es el método más lento para aprender, pero así es como se empieza”, asegura.

Luego de rasgar y rasgar las cuerdas de su instrumento todos los días y a cada momento, logra pulir su técnica.

Empero, Christian siempre quiso ir más allá y empezó a tocar los complejos temas del virtuoso neoyorquino descendiente de italianos, Joe Satriani.

Con ese aprendizaje, nuevamente convence a sus progenitores para que le permitan estudiar guitarra en un conservatorio.

A los 17 ingresa al Antonio Neumane, de Guayaquil, y permanece por un lapso de 6 años.

Solís, quien estudió Publicidad en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil y en la Universidad Laica Vicente Rocafuerte, explica que es en el conservatorio donde empieza a entender lo que es la música.

“La buena música está en todos lados y en cualquier género, si es que se la quiere hacer bien. Esto solo lo vemos cuando una persona tiene claro lo que desea crear y cuál es su meta. Si lo hace técnicamente y con respeto a los acordes, a la armonía y a la melodía, tendrá algo muy bueno”, refiere.

Cuando tenía 20 años, Christian tiene un paso breve por el grupo Demolición, uno de los referentes de Guayaquil. De esta experiencia pondera el trabajo profesional de Jaime Riofrío, Leonardo Piedra, Paolo Balladares y otros.

Posteriormente entra a trabajar a varios establecimientos educativos como profesor de música.

Aquí, pudo transmitir sus conocimientos a los alumnos del colegio Mariscal Sucre y a estudiantes particulares, en una pequeña academia que montó.

Sin embargo, el vocalista de Primate tiene otra pasión: la fotografía y los videos. Ello lo lleva a trasladarse hasta Argentina donde por más de dos años se especializa en estas materias.

Hasta el suelo argentino llevó su guitarra y tuvo la oportunidad de mostrar su destreza en los pasillos instrumentales.

A su regreso a la Perla del Pacífico monta su estudio de fotografía y de videos, y tras casi dos años de para musical retoma los contactos con sus amigos.

“La idea era volver a tocar en bares y en compromisos sociales. Lo hicimos hasta los inicios de la pandemia y hasta estabilizarme en mi trabajo”, manifiesta.

Ese retorno a las tocadas revivió también un viejo anhelo de Solís: desarrollar un proyecto musical de thrash metal. Tuvieron que pasar cerca de dos décadas para concretarlo.

Christian no perdió el tiempo e inició de inmediato la búsqueda de los músicos.

Aquí ocurre una ‘casualidad’, que más bien parece una acción del destino.

Resulta que Solís toma la decisión de comprar una batería eléctrica para su hijo y acude al local de Mas Musika (Guayaquil), en donde conoce a Brian Calle, vendedor del almacén y a la vez baterista.

En la conversación, se percata de los conocimientos que tenía Calle acerca del instrumento y luego pudo ver un video de él, en la red social Instagram, en el cual aparece golpeando la ‘bataca’.

“No lo dudé y me dije este es el compañero que necesito. Conversé con él y lo persuadí para que se integre. Finalmente lo hizo”. Casi de la misma manera, se suma Álvaro.

Hoy, este trío ha compuesto y grabado 7 temas. Todos aportan a la hora de componer las canciones. Las letras son de la autoría del líder de Primate y no se descarta que en cualquier momento se imprima un disco.

Del campo a los tambores

Una buena parte de la niñez de Brian Calle la pasó en los cultivos que tenían sus padres.

A sus 27, es el menor de tres hermanos: un marino de 42 y otro que reside en Europa, de 34 años.

Este naranjaleño se educó en el colegio 15 de octubre de ese cantón y uno de los regalos que más recuerda de esa época es un discman, con el cual podía escuchar lo que quería.

En su establecimiento educativo ya había compañeros que hacían música. Era la época del rock latino y el tema Música Ligera, de Soda Stereo, impactó al joven Calle.

Desde esa época su mayor anhelo era tocar al igual que el argentino Charly Alberti, miembro del trío procedente de Belgrano.

“Mi cuerpo y mis extremidades se movían al ritmo de las canciones de Soda. Con unos amigos formamos una banda que imitaba también a Reik, Camila y otras”.

Tras ello, se dio la oportunidad de presentarse en el Malecón de Guayaquil, en un evento musical.

Ese día, el adolescente Calle se dio cuenta que lo suyo era la batería.

A los 14 años ingresa al conservatorio José Enrique Manzano, ubicado en el centro de la capital guayasense. Estudió por cinco años, pero se retiró para terminar la carrera en Producción de Sonido y Música.

En la universidad, antes de graduarse, también formó una agrupación que por 4 años hacía rock alternativo con temas inéditos, los cuales fueron grabados.

El destino lleva a Brian hasta Quito donde mantiene acercamientos con músicos y tocó con regularidad.

Otra vez regresa a Guayaquil y Christian lo contacta en lo que sería el inicio de Primate: un dúo.

En dos semanas ya tenían tres canciones y muchos sueños por delante.

Hoy, Calle es un amante del metal progresivo sus bandas favoritas son las estadounidenses: Twenty One Pilots, Tool y Victoria.

En la Capital de la República pudo conocer en un festival de jazz a su baterista ídolo: Mark Giuliana, quien tocó con el legendario David Bowie (+).

El hombre de las cinco cuerdas

El bajo con el cual toca, Álvaro Pozo (34), en Primate, no es de cuatro cuerdas, sino de cinco.

Este músico autodidacta afirma que ello le permite expandirse en cuanto a tonalidad y sonidos.

“Sí, hay que tener más precisión, pero no es tan complicado”, subraya.

Para Pozo, el papel del bajista en una banda musical de cualquier género es el más importante en relación a quienes tocan los demás instrumentos.

“Es el nexo entre la parte de la percusión y las cuerdas. El bajo debe ir con las figuras rítmicas de la batería y con la armonía de la guitarra”, explica.

Este músico a más de haber estudiado Sistemas, en la Espol, al igual que su compañero Brian egresó en Producción Musical y de Sonidos, en el Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE).

En el seno familiar tampoco hay cantantes ni alguien que sepa tocar un instrumento.

A los 14 años, atraído por grunge de Nirvana se fijó en la guitarra como opción, sin embargo, ya varios de sus amigos estaban en eso y optó por el bajo.

La primera banda que integró se llamaba Pegraño. Se aprendieron todas las canciones del disco Nevermind, como un homenaje a su referente Kurt Cobain (+).

Con el paso del tiempo y la mayor destreza de sus compañeros se enfocan en covers de los británicos Iron Maiden.

Por un lapso de tres años se mantuvieron con las presentaciones en diferentes sitios de Guayaquil. Su ingreso a la universidad fue de gran valía ya que afianzó sus conocimientos en la teoría musical.

El bajista de grunge y heavy metal da un brinco al metal progresivo teniendo como su referente al grupo Tool.

Antes de ser convocado por Solís y Calle para que se integre a Primate estuvo en otro proyecto. Ya con Christian habían estado en algunas tocadas de música comercial.

El trío avanza a paso seguro en la escena rockera de Guayaquil y del país. Prioriza la calidad de sus canciones, en lugar de la cantidad.

Ese gran detalle es lo que marca la diferencia entre los buenos músicos y los que trabajan para el ‘relleno’. (I)

Videos y fotografías: Atarazana Go!

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