El festejo por los 32 años de carrera de la banda referente del hardcore punk ecuatoriano, Notoken, llenó las instalaciones del Instituto Cultural Nuestra América (ICNA), la tarde y noche del sábado 3 de junio.
Decenas de punkeros y rockeros colmaron el patio de esta institución. Todos cantaron y moshearon con las bandas invitadas, especialmente al cierre con el grupo homenajeado.
Había mucha expectativa en torno al evento, pues ese mismo día se jugó el partido inmortal de Guayaquil: el Clásico del Astillero, que finalmente favoreció a los azules.
Del mismo modo, a varios kilómetros de distancia, se dio otro concierto interesante en el club Nacional, donde se presentaron: Elefante (México), Vilma Palma (Argentina) y el español José Andrea (exvocalista de Mago de Oz).
Ninguno de los espectáculos citados en los párrafos anteriores frenó a los fieles fans de Notoken, quienes también tuvieron la oportunidad de ver a otras agrupaciones de diferentes géneros.
El Minifest Notoken 32 Vueltas tuvo varios aspectos a resaltar y algunas curiosidades.
En el recital estuvo “presente” Víctor Francisco Jaime Orellana. Quizás las nuevas generaciones de metaleros no sepan a quién nos referimos en esta crónica. Los de la vieja guardia, seguro que sí. Se trata de Pancho Jaime, más conocido como la “Mamá del Rock”.
La imagen de este legendario personaje guayaquileño apareció en un buzo que usó otro histórico: Dennis Mancero, líder y guitarrista del grupo Arrechos.
Uno de los momentos especiales que debe ser destacado es la solidaridad del grupo Petunias, para con sus colegas de Black Dust y No Deseados (Quito).
A los guitarristas de ambas agrupaciones se les suscitaron problemas con sus instrumentos. Debido a eso, sus presentaciones se suspendieron por varios minutos.
El cuarteto femenino no dudó en prestar una guitarra para que sus compañeros de oficio continúen con sus respectivos shows.
Un hecho más que llamó la atención es que el baterista Jonathan Izquierdo tocó con dos bandas en la misma noche: Wild Sex y Arrechos.
Todo esto y más aconteció en una tocada memorable, repleta de música y camaradería, en donde intervinieron al menos 32 artistas, entre vocalistas, guitarristas, bajistas y bateristas.
El sonido de todo el recital estuvo a cargo de Andrés Carr, quien a su vez es el batero de Ningun Cool.
El festival
Un poco después de las 16:00 empezó el Minifest Notoken 32 Vueltas.
De a poco llegaron los rockeros al local, ubicado en las calles Aguirre entre Carchi y Tulcán. Previamente a ingresar al patio donde se llevó a cabo la tocada, hubo dos estands: uno en el que se ofertó mercancía exclusiva de Notoken y otro en donde el sello 300 Records promocionó discos de Profecía, Demolición, Q.S.Q.D., Desertor y otras agrupaciones.
A los asistentes se les colocó una pulsera y dos sellos para entrar a la zona del concierto.
Los jóvenes de Katapulta fueron los encargados de la apertura. Poco a poco, estos muchachos van labrando su propio camino en la escena local.
Las indomables Petunias saltaron como segunda banda en este recital. La vocalista Helen Campoverde y sus compañeras son un torbellino durante cada presentación.
Las letras de sus temas y lo que comenta la cantante tras la culminación de cada melodía, evidencian la irreverencia del cuarteto.
Llegó el turno de Ningun Cool, otra agrupación que derrocha mucho poder en cada una de sus composiciones.
Los presentes se conectaron de inmediato con este quinteto.
Hasta ese instante, la jornada fue absolutamente de hardcore punk. Es entonces cuando entra en la escena Black Dust, trío de death metal liderado por el bajista Fernando Jácome.
Los músicos empezaron a ajustar sus instrumentos y efectuar pruebas de sonido. De repente, se le rompió una cuerda al guitarrista y el inicio de su tocada se postergó.
Por todos los medios intentaron conseguir otra cuerda, pero no lo lograron. Las chicas de Petunias facilitaron el instrumento y empezó una verdadera descarga de metal extremo en la gutural voz de Jácome.
El frontman —ondeando sus largas rastas— se movió por todo el espacio destinado para los vocalistas. Nunca se quedó quieto.
La crudeza de las letras de las canciones fue escuchada y seguida con atención por los asistentes.
Los Black Dust concluyeron su participación en el evento en medio de los aplausos de todos.
De inmediato se acomodó el grupo Moral Abajo y de ahí vinieron los legendarios Q.S.Q.D., así como los quiteños No Deseados.
Cada una de estas bandas dio todo de sí para el público.
La gente los aplaudió con fuerza y en algunos casos corearon sus temas.
La hora del heavy y del thrash
El festival en homenaje a Notoken empezó a llegar a las instancias estelares, pues les tocó presentarse a Wild Sex y al cuarteto Arrechos.
Esto marcó un antes y un después en la jornada, ya que dos nuevos géneros musicales se hicieron presentes: el heavy metal y el thrash, respectivamente.
Eran aproximadamente las 21:00 cuando el grupo compuesto por Fernando Moreno (voz), Daniel Larenas (bajo), Jonathan Izquierdo (batería) y Byron Eras y Sergio Carpio (guitarras) asumieron el control de los micrófonos y los parlantes.
El repertorio que llevó esta banda formada en 2010 estuvo compuesto por cinco canciones. De ellas, las más coreadas fueron: “Robaburro”, “Pecho amarillo” y “Chongo”.
La gente disfrutó de la voz y de la actuación de Moreno.
El frontman se metió al público en el bolsillo con sus agudos y su particular interacción en cada tema.
Izquierdo demostró en la parte de atrás por qué es uno de los mejores bateristas de la escena rockera de la urbe.
Fue un show en donde también predominó la armonía y la destreza de Eras, Carpio y Larenas, los hombres de las cuerdas.
Los Wild Sex se despidieron del público. Ellos lo dejaron todo en el escenario y los presentes así lo reconocieron.
“Para nosotros fue un momento especial que una banda tan emblemática como Notoken nos haya invitado, para tocar en su fiesta por los 32 años de carrera musical. Estuvimos en un evento que superó todas las expectativas. Nos sentimos muy contentos de haber estado ahí. Todo estuvo bien organizado. Felicitaciones, y que sigan cumpliendo muchos años más”, dijo Larenas, tras el concierto.
Un poco antes de las 22:00 aparecieron en escena Damián Astudillo (voz) y Glenn Aroca (bajo), integrantes de Arrechos. Su fundador, el ex Blaze Dennis Mancero, se hizo presente minutos después.
Los tres se tomaron varios segundos para conectar sus instrumentos y micrófonos (el vocalista) e iniciar su presentación.
Esta agrupación no tocaba en vivo, en su propia ciudad de origen, desde 2019.
El “Chino” Aroca, quien reside en Cuenca, tampoco había bajado al puerto principal desde hace algunos años.
La participación de una banda del calibre de Arrechos fue muy esperada por muchos rockeros que se dieron cita en el ICNA.
De repente, Mancero desapareció del área del escenario, pero a los pocos minutos volvió. Y lo hizo vistiendo un llamativo buzo en el que se veía la imagen de la “Mamá del Rock”: Pancho Jaime.
Sin más, el histórico guitarrista saludó al público y de inmediato arrancó un audio con un fondo de teclados y una voz grabada que hacían alusión a la Ley de Comunicación.
“La siguiente presentación tiene calificación E (Entretenimiento), O (Opinión) y A (de Arrechos)”, se escuchó al final.
Damián lanzó un poderoso grito de: “¡Vamos, Guayaquil!” y con ello el cuarteto comenzó su recital.
Mancero tocó su Gibson Flying V (2000), secundado por Jonathan y Glenn.
“Balada Úrsula”, “Infierno”, “Propaganda”, “Terremoto” y “Caballo de Troya” —estas dos últimas de estreno— formaron parte de su repertorio.
Dennis llamó a Julio Salame, guitarrista de la banda homenajeada, para cantar juntos “Hermanos de Notoken”. Este fue un momento épico y pocas veces visto.
Dos leyendas del metal porteño unidos en un solo micrófono, para interpretar una composición emblemática.
El final fue con el tema homónimo del grupo: “Arrecho”. La gente coreó con toda su energía: “Arrecho nunca muere; y si muere, muere arrecho”.
Hubo fans que pidieron el himno de Blaze (“Cancerbero”), pero se quedaron con las ganas de escucharlo.
Locura total
Y llegó el momento más esperado por todos. Gabriel Ávila se sentó en la batería, Daniel Salame tomó su bajo, su hermano Julio agarró a su compañera de mil batallas (una Gibson SG) y José Jiménez se paró frente a las decenas de ansiosos fanáticos.
“Chibolo”, como se conoce al vocalista de Notoken, fue el animador de toda la jornada. Interactuó con el público, improvisó canciones y hasta interpretó el tradicional “Cumpleaños feliz”.
La banda homenajeada se presentaba ante sus fans con una intro bastante inusual: “A blessed event”, del compositor italiano Riziero “Riz” Ortolani.
La melodía se hizo famosa en América Latina por escucharse en los sketchs “Los caballeros de la mesa cuadrada” y “El Chapulín Colorado” (Chespirito).
“La otra guerra” y “Sociedad en llamas” fueron el abreboca de la fiesta, pero a la vez dieron la pauta para desatar la histeria en los mosheros.
De ahí en adelante todo fue locura. No hubo canción que no fuera danzada en círculos por las decenas de fans.
“Fabricantes de armas” y “Papel tijera” fueron coreadas por todos. A ratos, cantantes de otras bandas y fans tomaron el micrófono para interpretar los temas.
“Raza única” y “Punkistein” quedaron para el final.
Notoken recibió también un emotivo reconocimiento por estos 32 años de trayectoria. Washington Ortiz, más conocido como Terry, le entregó a la banda un pequeño busto de una mano sosteniendo un micrófono.
Lo hizo a nombre de los rockeros de la vieja guardia que frecuentaban la avenida 9 de octubre, en los bajos del colegio Ariel.
Alrededor de ocho horas duró la fiesta-certamen que —de seguro— quedará grabada para muchos en sus recuerdos.
Quienes no pudieron asistir se perdieron de un gran evento. Les tocará esperar hasta el siguiente año en que Notoken llegue a la misma edad en la que, presuntamente, murió Jesucristo. (I)
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