El espacio público más importante de La Atarazana está nuevamente iluminado al 100%.
Tuvieron que pasar varios meses y que cambie la administración municipal para que las luces estén operativas en su totalidad.
Con esto, los vecinos de la urbanización pueden volver más tranquilos en las noches, ya sea para sentarse en una banca a tomar un poco de aire fresco o para caminar en este tradicional lugar.
Otro hecho positivo es que el parque está más limpio. Los restos de hojas que caen continuamente de los árboles, así como las ramas, ya fueron recogidos por personal dispuesto para la reciente limpieza.
Lo mismo sucedió con las heces de animales y los desperdicios plásticos, botellas, fundas, platos y demás utensilios que daban una mala imagen a este sitio de esparcimiento.
Las preguntas que nos hacemos ahora quienes residimos en las inmediaciones son: ¿se dañarán nuevamente las luminarias como sucedió en ocasiones anteriores, a los pocos días de cada reparación? ¿cuánto tiempo va a permanecer limpio el parque La Concordia? En la práctica es imposible saberlo.
Este lugar, en el que hace varias décadas se organizaban concursos de años viejos con la participación exclusiva de los moradores y era el centro de las fiestas barriales con motivo de recordarse la Fundación o la Independencia de Guayaquil, se encuentra abandonado a su suerte.
¿Y por qué llegamos a esa conclusión? Porque no hay un comité o una organización de moradores que tenga a su cargo la administración y el cuidado del parque, como sí sucede en otras urbanizaciones de Guayaquil.
Los moradores de La Atarazana no pueden esperar a que las autoridades municipales lo hagan todo. Los tiempos han cambiado.
En otros países y ciudades modernas hay un trabajo en conjunto entre el Ayuntamiento y la sociedad. Lo cual no quiere decir que el residente de la manzana A, B o Z va a salir a barrer el parque o recoger los desechos todos los días.
Urge que los vecinos, la parroquia Señor de la Buena Esperanza, el personal de la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) de la ciudadela, las autoridades de la Escuela Fiscal Mixta Presidente Velasco Ibarra y de la Unidad Educativa Fiscal Dr. Francisco Campos Coello, se unan por esta causa.
También pueden sumarse las empresas privadas que tienen sus oficinas o instalaciones en la urbanización.
La mejor decisión se la debe tomar en conjunto y bajo consensos que no perjudiquen a nadie.
Sin embargo, hay acciones previas que se pueden tomar. Así, los atarazaneños que llevan sus mascotas al parque tienen la obligación de recoger sus desechos orgánicos.
Los rectores de los dos planteles educativos cercanos deben reforzar las enseñanzas acerca del respeto al entorno donde se desarrollan los estudiantes.
Solo por citar dos ejemplos.
En el parque La Concordia desde hace años no hay cestos de basura. Ello contribuye a que algunos ciudadanos y personas que forman parte de la población flotante dejen los desperdicios en las bancas o en las áreas verdes.
Así como los moradores de varias manzanas se unieron para colocar portones metálicos en sus peatonales, también pueden hacerlo por su parque, que es el espacio donde pueden jugar sus hijos.
El Municipio ya dio el primer paso y eso es digno de reconocerlo. Ojalá continúe haciéndolo en el futuro.
Hoy, solo falta el esfuerzo y aporte de la comunidad para mantener este espacio como lo necesitan las familias. (O)
Portada y fotografías: Atarazana Go!