En los meses de julio y octubre, cuando se conmemoran las fiestas de fundación e independencia de Guayaquil, respectivamente, millares de estudiantes desfilan por las principales avenidas de la urbe.
Se trata del homenaje que le rinden a la ciudad donde nacieron o viven con sus familias, pero a la vez en la que se educan desde su infancia.
Los jóvenes lucen coloridos trajes en esos días y marchan acompañados por las bandas de paz de sus planteles.
Aquí se dan cita los establecimientos más emblemáticos del puerto principal.
Y entre ellos se encuentra la Unidad Educativa Fiscal Dr. Francisco Campos Coello (FCC), cuya sede se encuentra en La Atarazana.
Alrededor de 85 adolescentes, entre bastoneras y músicos, marcharon con gallardía y altivez por los diferentes sitios que dispusieron las autoridades de la urbe.
Las primeras usan trajes de color verde y blanco, mientras que sus otros compañeros van vestidos de blanco y caqui.
En el momento que desfilan, no solo están representando a su plantel, sino también a una de las ciudadelas más antiguas de la urbe.
Para estos alumnos, y para los directivos del colegio, es sumamente importante que todo salga al borde de lo perfecto. Y aquello solo es posible con una disciplinada ejecución de ensayos continuos.
Es por eso que —cada fin de semana— los jóvenes dirigidos por el profesor José Campos cumplen extensas jornadas de trabajo, en los patios del establecimiento.
De vez en cuando marchan por las calles de la urbanización, simulando que están en un gran desfile. Esto llama la atención de los moradores y de transeúntes, quienes observan cada paso.
Nunca falta uno que los aplaude o aquel que graba con su teléfono celular el avance de los chicos camposinos.
Este numeroso grupo de estudiantes, que cada año desfila por las principales calles de la urbe —en al menos dos o tres ocasiones—, es dirigido por el profesor José Campos.
Él coordina todos los ensayos que se dan los fines de semana, enseña los pasos de baile y también las melodías que interpreta la banda.
Además, corrige los eventuales errores para que, en las presentaciones oficiales, todo salga al borde de la perfección.
Para Eddie Zavala, rector de la Unidad Educativa FCC, la banda y las bastoneras cumplen un rol fundamental, ya que reflejan los valores, la disciplina y el compañerismo que se imparten desde las aulas.
Una opinión similar tiene la vicerrectora de la jornada vespertina, Sonia Hidalgo.
“No solo es una demostración de su habilidad con los instrumentos y los bastones, sino también de la integración que existe entre los alumnos”.
Emely Andrade, del II Contabilidad A; Daniela Cedeño, del II Informática A; Luciana Ayoví, del I de Informática; Zayda Torres, del I Contabilidad B; Darwin Mendoza, del I Informática B; Mía Sánchez, Doménica Dávila y Anthony Olmedo, del II de Contabilidad, son algunos de los integrantes del grupo. En cada ensayo dan lo mejor de sí mismos con el fin de representar dignamente a su colegio y, a la vez, a La Atarazana.
Un músico y actor los dirige
Son aproximadamente las 09:30 de cualquier sábado o domingo en la Perla del Pacífico y las bastoneras, así como los integrantes de la banda de paz, ya están en las instalaciones del plantel. Casi siempre lo hacen acompañados por sus padres de familia.
De repente se escuchan varios pitazos desde un extremo del patio. Ese es el llamado del profesor José Campos Bravo para que se formen.
Los estudiantes acuden y se acomodan en escuadras.
Hacia adelante toman posiciones las bastoneras, que son un total de 50, y en la parte posterior, los 35 miembros de la banda.
Campos se mezcla entre las filas, saluda a sus pupilos y les da instrucciones sobre la jornada del día.
El instructor, de 41 años, tiene experiencia en estos trajines. Incluso, en Zamora Chinchipe, en el establecimiento donde era el responsable de la banda de paz, ganó un concurso intercolegial.
En Guayaquil, su trayectoria incluye a los colegios Ana Paredes de Alfaro, el Narcisa de Jesús, el Provincia de Chimborazo, entre otros.
Para Campos, dirigir a estos planteles y al Campos Coello significa superar la frustración que sintió en su adolescencia, cuando —por razones familiares— no pudo formar parte de la banda del colegio donde se educó.
Tuvieron que pasar muchos años y llegar a su adultez para que se convirtiera en el instructor de las bastoneras y de los músicos.
Todo lo que enseña lo aprendió de forma empírica y por las enseñanzas de colegas.
“Es un privilegio formar parte de la Unidad Educativa Fiscal Dr. Francisco Campos Coello. Acá no solo somos maestros, también somos amigos. Me comporto a la altura de ellos. Aquí hay normas. Si alguien no las acepta, se puede retirar. Lo bueno es que quienes están aquí es porque les gusta”.
Campos también es músico y actor teatral. Lidera un conjunto de ritmos tropicales junto a dos de sus hijas.
“Aquí somos un equipo en el que desfilamos y a la vez presentamos un show. No hay excesos en los bailes ni nada que se preste para malas interpretaciones. Los trajes de las señoritas no son excesivamente cortos y todas deben llevar un short por debajo”.
El profesor Campos tiene pocos meses en el FCC, ya que recientemente las autoridades del plantel decidieron potenciar el trabajo de la banda.
Eso sí, su objetivo es posicionar al establecimiento como uno de los mejores de la urbe en esta actividad.
Padres orgullosos
A pocos metros del patio en donde ensayan los chicos, sentados en una estructura metálica a manera de tribuna o en unas bancas, los padres de familia observan detenidamente el trabajo.
Ellos acompañan a sus representados en cada ensayo. Si el profesor Campos decide salir por las calles de La Atarazana, ahí estarán también.
Su presencia es fundamental, no solo por la compañía o por tener lista una bebida hidratante para mitigar el cansancio de los jóvenes, sino porque también transmiten apoyo y confianza a cada alumno.
Mercedes Quinde, mamá de Doménica Dávila, es una de las que siempre está ahí. Otro que acude con frecuencia es José Olmedo Vera, papá de Anthony Olmedo.
Ambos se sienten profundamente orgullosos del rol que cumplen sus hijos en la banda de paz del Campos Coello.
Una pausa por la pandemia
La existencia de la banda (antes denominada de guerra) data de hace muchos años. Casi desde los inicios del plantel.
En algunas ocasiones hubo interrupciones temporales, pero posteriormente se reactivaba su labor.
Una de las últimas ocurrió por la pandemia de covid-19. Así lo reveló el rector Eddie Zavala. Aquello trajo problemas por cuanto se empezaron a dañar los equipos.
Sin embargo, luego de un trabajo conjunto entre las autoridades y los padres de familia, nuevamente los estudiantes pueden representar al FCC en las calles durante los desfiles.
Ese esfuerzo se vio reflejado en el evento por el Juramento a la Bandera, en septiembre, y en los recientes festejos por las fiestas octubrinas.
Las efemérides guayaquileñas y otros actos en los cuales participaron la banda y las bastoneras, ya quedaron para la historia de 2023.
El año lectivo también está cerca de concluir. Lo que no termina son los ensayos de los jóvenes en su búsqueda por ser mejores.
Cada sábado o domingo se escucha el pito del profesor Coello, lo mismo que las voces de los alumnos y el retumbar de los tambores en los alrededores del plantel. El próximo año habrá nuevos desfiles y presentaciones, por lo que deben estar listos. (I)
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