Michela y Ángel, los emprendedores del horror

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En una modesta vivienda de la ciudadela Sauces 9, al norte de Guayaquil, se encuentran decenas de calaveras de diferentes tamaños.

También hay imágenes o figuras del vampiro Nosferatu, del célebre monstruo Frankenstein y de otros seres del inframundo.

Las paredes de esta casa son de color negro —en su mayoría— y en ellas cuelgan pinturas con imágenes siniestras. Todas fueron hechas a mano.

Pero no, no se trata de una sala para ritos satánicos o de magia negra. Tampoco es un estudio donde se filman películas de terror. Es simplemente el hogar y a la vez taller de los esposos Michela Alejandro (35 años) y Ángel Ronquillo (36).

Allí, esta pareja de artistas y amantes del rock construyen, pintan y dan acabados a figuras relacionadas al mundo del horror. Lo hacen no solo porque les apasiona, sino también por constituirse en una fuente de ingresos, pues tienen clientes que compran sus creaciones.

Detrás de este pequeño negocio hay una interesante historia de amor y un hermoso niño de 5 años (Alexander), producto de la relación entre estos emprendedores de lo macabro.

Entre el rock y la mitología

Michela tiene una licenciatura en Artes, extendida por la Universidad de Guayaquil, y a la vez es pintora. Su esposo es diseñador gráfico empírico y se ha convertido en un experto en la creación de figuras en 3D.

En lo musical, a ambos les gusta el rock, pero ella prefiere el género conocido como goth o gótico, mientras él se inclina por el heavy y el thrash metal. Incluso fue el fundador de la agrupación Kfir junto a Damián Astudillo.

Alejandro también se siente muy seducida por la mitología de distintos países y sus principales personajes.

“Desde que estaba en la secundaria empecé a dibujar estas imágenes. Eso fue porque me sentía atraída por el heavy metal, el thrash, el rock gótico y el punk”, señaló Michela.

El acercamiento con estos géneros se dio mientras se educaba en el colegio de Bellas Artes. A su afinidad por las canciones se sumó la fascinación por las portadas de los discos de ciertas bandas que la impactaron.

“Me llamaban la atención las carátulas de Cannibal Corpse (brutal death metal). Me gustaba ver los cuerpos desmembrados y las calaveras, la sangre y todo eso. Ahí empecé a hacer mis propios diseños. Era una época en la que estaba descubriendo mi estilo de dibujo”.

Michela tiene una forma muy particular de observar la belleza.

“No todo tiene que ser siempre hermoso, yo fui más allá de eso y empecé a crear de acuerdo a lo que a mí me gustaba. Con el paso de los años descubrí que había más personas con similares gustos”.

Alejandro aún conserva bocetos que hizo hace varios años cuando era adolescente.

Pero, ¿cómo vio la mamá de Michela (Nelly Paredes) sus gustos? “Ella siempre me apoyó”, responde con énfasis la también profesora universitaria y artista.

Reconoce que a su progenitora no le simpatizaba lo del rock, pues lo veía como algo “malo”.

“Quizás ella pensó que yo me iba a meter en alguna situación difícil, pero jamás fue así. Estudié siempre y desde joven trabajé para sostenerme”.

Hay otro detalle importante en la carrera de Michela: por su sangre fluyen genes relacionados al arte. Su padre, Pedro Alejandro, fue pintor por muchos años.

“No dudo que el trabajo de mi papá haya incidido en mí. Él pintaba en la sala. Además, era arquitecto y yo pasaba viendo sus obras todo el tiempo”.

En el caso de Ángel, al igual que su esposa, desde la adolescencia comenzó a dibujar.

Posteriormente se involucró de lleno en el diseño gráfico. Creó sus propios pósters, sus fondos de pantalla y otras imágenes.

Ronquillo fusionó su gusto por el anime y el rock pesado en sus ilustraciones, pero debía evolucionar más. Es así que incursiona en la impresión 3D. Comienza a diseñar sus dibujos y sus creaciones con esa tecnología.

Al poco tiempo, junto a su esposa, empezaron a elaborar figuras para sus clientes.

A más de su pasión por el diseño gráfico, Ángel estudió la carrera de Seguridad Industrial, en el Tecnológico Argos.

El anime en sus inicios

Las primeras obras de Michela, allá por 2009, no estaban relacionadas a las calaveras ni a las figuras de terror. Su cercanía con el mundo anime la motivó a reproducir varios de esos personajes.

“Estaba en todo su auge ese estilo de dibujo japonés. Entonces empecé con eso. Hice una camiseta, luego otras y una persona me dijo que las quería comprar. Comenzaron a aparecer los clientes y me dediqué al comercio de esa línea. Así fueron mis inicios”.

En esa época no tenía sus propias creaciones, pues pensaba que nadie se las iba a adquirir.

Hacia 2017 es cuando Michela se adentra en el arte gótico. A ello se suma que su atracción por las calaveras creció y poco a poco comenzó a fabricar figuras de ese tipo.

De esa manera es como nace Arte y Horror Guayaquil, una tienda especializada en la venta de esas imágenes.

Pero además dio sus primeros pasos en la escultura vinculada exclusivamente con las calaveras.

“La gente empezó a pedírmelas. Ya no pegaba el comercio de camisetas, pues la competencia hacía estas prendas en serigrafía, mientras yo las pintaba a mano. Las esculturas las hago yo y, si no se venden, me quedo con ellas”.

A una velocidad sorprendente llegaron los pedidos para que construya “catrinas” (calaveras de origen mexicano), rostros de Eddie the Head (mascota de Iron Maiden), de Vic Rattlehead (mascota de Megadeth) y otros.

Alejandro establece diferencias entre sus trabajos y lo que se vende en otros locales.

“Aquí no hay tiendas de horror. Con mi esposo pusimos la primera de Guayaquil. Nuestros productos los elaboramos nosotros, no es que vendemos artículos ya hechos. Eso nos da un valor agregado porque va con nuestro sello, nuestra mano de obra. Nunca hallarás el mismo producto en otras personas”.

Michela es seguidora de Jack of the Dust (Jack del polvo), nombre artístico de uno de los mejores exponentes del mundo en este arte.

Sus figuras pueden costar entre $ 400 y $ 900, dependiendo del modelo, diseño y tamaño.

“Me inspiré en este artista, pero no quise hacer lo mismo que él. Mi idea siempre fue crear lo que yo considere”.

Hacia 2019, Alejandro escaló un peldaño más en sus trabajos y se metió de lleno en las creaciones de imágenes siniestras.

“Puede haber personas que vean malo esto, pero para mí es inspirador. Es relajante. A unos les gustan las figuras decorativas, sin embargo, a mí y a otros nos agrada el vampirismo, las historias de fantasmas, nos atrae Frankenstein, y otros”.

El trabajo en equipo

Con toda la experiencia adquirida y una clientela determinada, Michela y Ángel deciden cambiar de nombre a la tienda este año.

Es así que pasó a llamarse Spooky Art Michela, cuya traducción sería “Arte Espeluznante de Michela”.

Del mismo modo, les tocó adaptarse a la tecnología del momento y tuvieron que invertir en la adquisición de impresoras 3D.

“Esto sucedió casi en paralelo con la pandemia, cuando la situación económica no fue buena para nadie. Vendimos algunas cosas para comprar los equipos, pero nos salieron de mala calidad”.

Con un poco de esfuerzo y sacrificios, los esposos Ronquillo-Alejandro deciden invertir nuevamente en las impresoras. Esta vez no tuvieron problemas y empezaron a trabajar a toda máquina.

Las obras iniciales fueron pequeñas, como para decoración, ya que aún no dominaban al 100% los aparatos.

“Juntamos el ingenio, la creatividad y el arte, y esto es lo que tenemos ahora”.

Ángel también hace creaciones para otro tipo de clientes, por ejemplo, adornos, figuras de películas de ciencia ficción y más.

Tras 15 años de relación —entre noviazgo y matrimonio—, esta singular pareja no le teme a nada sobrenatural ni cree que sus trabajos puedan atraer a seres del inframundo. Su historia de amor, horror y arte tiene para largo. (I)

Portada, fotografías y videos: Atarazana Go!

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