Tres descerebrados agitan la escena rockera a su estilo

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Es septiembre de 2022 y en el parque de la manzana F, de La Atarazana, tres jóvenes veinteañeros se presentan en un festival de diferentes géneros musicales, organizado por el vecino Cristian Ibarra, líder y vocalista del grupo Los Reptiles.

Iván Jiménez toma el bajo; Daniel Baldeón, la guitarra; y José Mite se acomoda en la batería. Hay algo que llama la atención a los asistentes: el vestido que luce el vocalista, Iván.

Para el cantante esto es intrascendente y más bien forma parte de su vestuario en determinadas presentaciones de Descerebrados 404. En otros recitales ha aparecido con una bermuda y no hay drama.

Lo cierto es que empieza la tocada y los jóvenes presentes ese día moshean alrededor de la banda. Hay fiesta y furor en este barrio del norte de Guayaquil.

A partir de allí el trío continuó con este tipo de recitales hasta finales de 2022, y ha seguido mostrando su música con relativa frecuencia en 2023.

Al momento llevan seis tocadas en diferentes localidades.

Estos tres jóvenes forman parte de una agrupación que poco a poco va ocupando posiciones estelares en la escena rockera de Guayaquil.

Pero, ¿quiénes son estos chicos con muchos sueños y metas por delante? ¿Cuál es el origen del nombre de la banda? ¿A qué género musical pertenecen?

José es un alumno de la Facultad de Arquitectura y está muy cerca de obtener su título profesional. En cambio, Daniel se ha dedicado al estudio de los sonidos en el Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE). Mientras que Iván se mueve en distintos oficios. Eso sí, el principal es la música, y en este reportaje lo vamos a contar.

El origen de todo

El nacimiento del grupo se remonta a 2017, por iniciativa de Iván, quien es hijo de uno de los máximos referentes del hardcore punk del Ecuador: José Chibolo Jiménez, cantante de Notoken.

Por esa época cada uno de los hoy integrantes andaba por su propio rumbo.

Iván se acercó a la música desde los 9 años, sin embargo, hubo un momento determinante en su vida: el acceder al videojuego Guitar Hero 3.

Ese fue el imán perfecto para que el joven Jiménez eligiera un camino -el cual aún recorre- que al parecer no tiene un final cercano, o al menos está sumamente lejano.

El hijo de Chibolo se metió de lleno en la música a su corta edad. En el colegio Espíritu Santo, en lugar de los deportes,  eligió esa materia como opción extracurricular.

La guitarra no le interesó mucho, más le agradaba la flauta, empero ya no hubo un cupo para él. Es entonces cuando decide como objetivo aprender a tocar el bajo. Hubo un intento por formar una banda para interpretar covers (canciones de grupos famosos), pero nunca avanzó.

Iván deja el Espíritu Santo y continúa su educación en el colegio Vida Nueva. Allí conoce a Carlos Fernández, y con este compañero surge la idea de componer temas y generar música.

“En 2016 lo concretamos, sin embargo, aún no teníamos un nombre para presentarnos al público, en vivo. De tanta ansiedad tuve un sueño en el cual un ciudadano extranjero me preguntaba cómo nos llamamos. Esta persona buscó en internet y le salió: Error 404. Ese le pusimos”.

Jiménez precisó que no era de su total agrado, por cuanto otras bandas ya se identificaban así.

En 2017 tuvieron tres presentaciones como Error 404.

“Un día, antes de visitar a un primo, me encontré con un amigo que me sugirió que nos llamemos Descerebrados. Me gustó, pero no quise dejarlo ahí, es entonces cuando se convierte en Descerebrados 404. Además, es como un tributo a Notoken por su EP: “Llamado a los Descerebra2”.

Influencias

Unos 9 años habrá tenido José cuando se interesó en aprender a tocar un instrumento. Su hermano mayor, Pablo, ya manipulaba la guitarra.

“Yo empecé con el bajo y mi otro hermano con la batería. Hacíamos covers de bandas como Panda. Con el paso de los años abandonamos eso, pero quise aprender a golpear los tambores y platillos”.

Dos años después de todas estas vivencias el interés de Mite aumentó y su abuelo Pedro Mite Ascencio les compró una batería. Ese instrumento aún lo conserva y es con el que José sigue tocando.

Ya en el colegio, el novel batero piensa -otra vez- en formar una banda. En la Unidad Educativa Vida Nueva conoce a Iván Jiménez, y es así como inicia un ir y venir de ensayos o sesiones en casa.

José se declara seguidor del punk y el pop punk.

En Descerebrados 404 ya cumplió cuatro años como el responsable de la batería. Él tiene muy claro lo que desea: “Cada baterista ensaya para tocar bien, yo practico cada día para ser el mejor”.

A Daniel, en cambio, es su primo Luis Cortez quien lo mete en esto de la música. Tuvo la oportunidad de escuchar en su adolescencia a las icónicas bandas Led Zeppelin y Black Sabbath. Ese fue su enganche con el rock pesado.

En casa había una guitarra acústica que prácticamente formaba parte de los adornos de su mamá.

“Por un mes estuve en clases para aprender a tocar el instrumento, luego seguí muchos tutoriales de YouTube y compré libros. Es así como me eduqué”.

Uno de sus anhelos fue pertenecer a una agrupación de rock desde su época colegial en el Antares, sin embargo, en su curso nadie tenía interés en eso.

Al cumplir los 19, su amigo Paúl Guillén le manifiesta la intención de formar un grupo y lo recluta en calidad de bajista.

“Yo era guitarrista. A pesar de ello tomé la decisión de vender mi instrumento y comprarme un bajo. No sirvió de mucho porque nunca hubo algo concreto como para grabar nuestras canciones. Finalmente me distancié de ese proyecto”.

Con el paso del tiempo se unió con Iván y de inmediato se convirtió en el hombre de las seis cuerdas en Descerebrados 404.

Al igual que José, sabe que en Ecuador no se vive de la música, pero se siente feliz con lo que está haciendo.

“Creo que es un muy buen grupo, en el que las ideas siempre se van desarrollando”.

En cinco proyectos

Jiménez es el alma de la banda, pero a su vez colabora en diferentes proyectos musicales. Entre ellos están: Lengua Mocha, Lord Sebastian, Ruido de Odio y Pukarana. Junto a su padre, José, también toca en una agrupación.

Realizó cursos de composición que le ayudaron en su formación, pero también recibió clases de dos amigos: Fa Paredes y Andrés Echanique.

“Lo mío es disciplina y me gusta lo que hago. Para mí los ensayos son como terapias. Es lo que me mantiene vivo”.

Cuando se le consulta a Iván qué género toca Descerebrados 404, no duda en responder que es rock progresivo. Eso sí, aclara que no es como el de Yes, Rush, Kansas y similares.

“En una sola canción puede haber varios géneros. Son inspiraciones largas. Tienen influencias de los 60 y 70. Hacemos un rock progresivo a nuestro estilo”.

En cuanto al material del grupo, manifiesta que tienen 15 temas. Al momento tienen ya una grabación tras casi cinco años. Se llama “Nos hacen daño”.

Iván tiene sueños gigantes con la banda, similares a los de sus compañeros José y Daniel.

“Queremos marcar un hito, hacer giras y lanzar discos. Muchos tienen ese anhelo. Nosotros estamos trabajando fuertemente para alcanzarlo. Es con esfuerzo que se consiguen las metas, no solo con palabras”.

El término “descerebrado”, según el diccionario de la lengua de la Real Academia Española (RAE), significa: “que no tiene actividad funcional en el cerebro”, o “que es alocado, insensato o falta de madurez”. Quizás ninguno de estos conceptos se ajuste a la realidad de Iván, José y Daniel.

Los tres están perfectamente cuerdos y con sus neuronas repletas de talento. (I)

Portada, fotografías y videos: Atarazana Go!

 

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