El Julio Jaramillo que vive en mí

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Soy el Julio Jaramillo que canta feo, pero que se sabe muchas de sus canciones. Escucho a Julito desde que nací. Su voz arrullaba mi cuna. Fatalidad, Carnaval de la vida, Cinco centavitos… todas joyas invaluables para la cultura musical ecuatoriana.
 
Escribo este texto en primera persona porque Julio Alfredo ha sido parte de mi vida desde que gateaba, tal como ha sucedido en la vida de miles de guayaquileños de diferentes edades.
 
Nací en 1985, 7 años después de la muerte de JJ, pero su legado sigue vigente y me ha acompañado con canciones, que han servido en varias etapas de mi vida.
 
En los años 90 era normal para el guayaquileño promedio escuchar Desayúnese con las noticias, en la memorable Radio Cristal, y extractos de canciones de Julito en los cortes.
Con mis primeros años de escuela ya me sabía Nuestro juramento y Fatalidad. En más de una fiesta familiar recuerdo haber cantado imitando a Julio Jaramillo.
 
Al cantar Madre cariñito santo en un Día de la Madre, una tía me puso de apodo Julio Jaramillo. Y todavía me llama así. 
 
Pero al llegar a la pubertad cayó la fatalidad: me di cuenta de que no tenía el canto de un ruiseñor, sino que predominaban los “gallos”.
 
Igual no dejé de cantar para amenizar las reuniones familiares. Lo hacía feo, pero era empeñoso, por lo que mis allegados disfrutaban.

Con la adolescencia llegaron los amores y desamores, y fue ahí donde las canciones de JJ se volvieron parte de mi día a día. Estoy seguro de que más de uno se identifica con Nuestro juramento (espero que se mantenga la promesa), con Rondando tu esquina, Amor sin esperanza o Cuando llora mi guitarra. Si a usted le calza Alma en los labios, busque ayuda.
 
De entre las maravillosas canciones interpretadas por Julio, confieso que algunas veces tuve pesadillas con Bodas negras, letra digna de una película de terror con tremendo caso de necrofilia.
 
Como datos anecdóticos, Julio Jaramillo piropeó a mi mamá, mi padre fue enterrado con Carnaval de la vida, cantada en el cementerio; y mi hermano mayor, por coincidencia, se llamaba Julio Alfredo (+). (I)

Fotografías: Archivo personal de Mario Rodríguez
Video: Miguel Castro/Atarazana Go

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