Los caminos vecinales de la costa ecuatoriana albergan a un sinnúmero de personajes.
Junto a estas polvorientas rutas de la provincia del Guayas se extienden enormes cultivos de arroz, de mango, de papaya, de banano y más productos.
En cada extremo están los vendedores de frutas, los comerciantes de legumbres y de gramíneas, los que ofertan comidas preparadas como la fritada o el seco de gallina criolla, entre otros personajes.
El denominador común de ellos es que todo cuanto comercializan lo sacan de sus propias tierras.
A los costados de estas vías que unen a caseríos, a comunas y a distintas parroquias, especialmente en el sector de Daule, Santa Lucía, Palestina y otros cantones guayasenses, se ubican también los tradicionales vendedores de refrescos artesanales.
Estos personajes calman la sed de campesinos, comuneros y los foráneos que transitan por esas rutas.
Por décadas se han instalado en chozas de aproximadamente 3 x 2 metros construidas por ellos.
Los refrescos se preparan con leche y con sabores artificiales, pero también los hay de frutas. En ambos casos se combina con hielo raspado, el cual se conserva durante horas en un fino aserrín regado en el piso.
Los bancos para los clientes se construyeron con largas tablas, pero sin mucha técnica. Lo importante es que sirvan por un rato para los consumidores que andan de paso.
La mesa donde están las botellas con los jugos es de palos de distinta especie y el mantel un plástico oscuro, donde se acomodan los vasos para los clientes.
En estos lugares todo es rústico y construido con manos campesinas. Este portafolio gráfico lo dice todo. (I)
Portadas y fotografías: Atarazana Go!
Publicidad