Es la noche del sábado 9 de mayo y de repente, la tristeza, el miedo y la desesperación se apoderan de la familia Gallegos-Vélez, en la manzana A-4 villa 16, de La Atarazana.
‘Coco’ se escapó de la seguridad de su casa y mientras transcurren las horas, se desconoce de su paradero. Incluso si sigue con vida…
Solo unas semanas después, el sábado 6 de junio, ocurrió un episodio similar. Esta vez ‘Blaky’, hijo del hogar conformado por los esposos Caycedo-Blum, ha desaparecido.
El pequeño can que reside en un departamento de la planta baja del bloque 12, no solo tiene a su familia humana aquí, también están su “novia” ‘Cloyd’ y su hijito ‘Baily’. Sus papás humanos, también temían lo peor…
En ambos casos, este portal de noticias publicó en su cuenta de Facebook los flyers que nos mandaron los Gallegos y los Caycedo, referentes a las pérdidas de sus canes.
Estos fueron compartidos y replicados en las redes sociales de organizaciones de Guayaquil que ayudan en la búsqueda de mascotas extraviadas.
Los dos perritos pudieron regresar a sus respectivas casas, pero para que esto suceda ocurrieron un sinnúmero de situaciones que se las contaremos a continuación y que permiten concluir que también hay historias duras con finales felices.
Rescate en la vía Perimetral
‘Coco’ es un pequeño perrito mestizo de 3 años y nació en Quito. Llegó al hogar de los Gallegos-Vélez cuando apenas tenía 3 meses.
Los esposos Juan Pablo y Rossy venían pensando que ya era hora de tener una mascota en casa para sus hijos, Antonio y Paula, que en esa época tenían 7 y 5 años, respectivamente.
Es así que un día decidieron viajar en su vehículo hasta la Capital de la República donde un familiar tenía una perrita que parió cuatro cachorritos.
Los chicos no tenían idea del objetivo de esta travesía.
Finalmente, los cuatro se encontraron cara a cara con la camada.
Un tierno can de color blanco, con las orejitas paradas en forma de triángulo y un rostro muy fino, los enamoró de inmediato. Habían elegido al peludito que se llevarían a casa.
Sin embargo, a Paula también le gustó otro cachorrito. Se trataba de uno sambito y de aspecto encantador.
La decisión final fue traer a los dos y, con el paso de los años, ambos crecieron en medio del cuidado y cariños de su familia humana.
El 9 de mayo ocurrió algo que jamás pasó por la cabeza de Juan Pablo, Rossy, Antonio y Paula: su chiquito se escapó.
‘Coco’ aprovechó su rapidez y un instante en que se abrió la puerta del jardín para salir corriendo.
El can se encontraba en celo y, al parecer, su idea era buscar una “novia” con la cual aparearse.
Antonio y Paula salieron en precipitada carrera tras el pequeño. Un vecino que observó la escena fue tras ellos, pues ambos son menores de edad y también estaban en peligro sin la compañía de un adulto.
Llegaron hasta los bloques de la avenida Carlos Luis Plaza Dañín, a unas 7 cuadras de su casa, pero no lo alcanzaron.
A los pocos minutos se les unió su madre, quien dejó el negocio abandonado por un momento.
Transcurrieron unos minutos y empezó la búsqueda en diferentes sectores de la ciudadela. Recorrieron las principales avenidas y calles internas de La Atarazana hasta la 1 de la madrugada, sin resultados.
Los niños Gallegos rompieron en llanto y desesperación. Los papás hacían todos los intentos por consolarlos, aunque por dentro también estaban destrozados.
“Sentí miedo de que lo atropellen. Es indefenso y pequeño. Nunca ha salido solo. Mis hijos le rezaban a Dios, para que ayude a regresar”, indicó Vélez.
No perdieron más tiempo y empezaron a difundir en las redes sociales la foto de ‘Coco’, sus señales particulares y otros datos.
La publicación que hizo Atarazana Go! en su cuenta de Facebook fue compartida 51 veces y llevada a otras cuentas.
El domingo se intensificó el operativo de búsqueda desde las primeras horas de la mañana.
“A las 5 de la tarde no pude más y me eché a llorar. Pensé que no lo recuperaríamos y comencé a buscar las palabras precisas para decirle a mis hijos”, recordó Rossy.
Una persona se comunicó con la familia a eso de las 21:00 y dijo haber hallado al perro en las inmediaciones del Mercado de Flores, a unos 10 minutos en carro desde la casa de la familia Gallegos.
La esperanza volvió a los padres humanos del can, quienes iniciaron los contactos e intercambio de información. No obstante, aparecieron otros presuntos dueños del animalito.
Tras varias conversaciones e intercambios de mensajes y cuando parecía que la devolución de ‘Coco’ sería rápida, la persona que lo tenía, le pidió a Rossy que acuda hasta la vía Perimetral, en el sur de la ciudad para entregarlo.
“Esto se me hizo bastante raro. Jamás pensé que debía ir tan lejos. Le pedí a familiares que me acompañen y estando en la zona, me dijeron que ingrese a un hotel, pues ahí lo tenían”, rememoró.
Acordamos encontrarnos en la parte exterior de ese edificio y finalmente salieron con nuestra mascota.
Inicialmente, afirma la mamá de Antonio y Paula, ‘Coco’ no la reconocía. Quizás por la mascarilla que tenía en el rostro.
Entonces decidió quitársela y llamar al perro, es ahí cuando se lanza sobre ella.
“Sentí una alegría imposible de describir. Ya estaba con nosotros otra vez. La señora no aceptó la recompensa que le quise dar”.
El peludito no solo regresó con su familia, sino también con su hermano ‘Yoshi’.
Hoy, nuevamente los Gallegos están felices, especialmente los más pequeños.
Angustia en dos familias
Es la madrugada del 6 de junio y en el departamento de los Caycedo-Blum todos descansan.
En la morada también se encuentran los tres nietos de la arquitecta Hilda Blum, quienes acostumbran a “acampar” en la sala los fines de semana.
A eso de las 2 de la madrugada, la perrita ‘Cloid’ empieza a ladrar con insistencia.
La dueña de la casa se asoma por una ventana y le pide a su mascota que se tranquilice. En ese instante no observó nada anormal.
Horas después, al amanecer, es que se percata de que los machos: ‘Blaky’ y su ‘Baily’, no están en el garaje.
Hilda decide salir en búsqueda de sus pequeños y un vecino es quien le manifiesta que uno de ellos está a la vuelta del departamento.
Se trataba del cachorro, que permanecía asustado y echado en una vereda cercana.
Blum lo toma en sus brazos y lo regresa a casa.
Había logrado recuperar al más tierno de una familia compuesta por tres yorkshire terrier.
Sin embargo, aún faltaba al peludito que más ama: ‘Blaky’, aquel que le fue regalado por una amiga con el fin de superar en algo la pena por el robo de una perrita pastora alemana de casta.
“Mi pequeño llegó a casa en momentos muy dolorosos para mí y la familia. Se nos habían robado aquí en la misma Atarazana a una mascota hermosa con pedigrí que fácilmente costaba unos 3 mil dólares. Nunca la recuperamos”.
Los Caycedo se reunieron e iniciaron las labores de búsqueda en la ciudadela. Imprimieron hojas volantes con la imagen y datos de los dueños a fin de entregar a vecinos y transeúntes.
Transcurrieron las horas y nadie daba información del can. Hilda sentía que el corazón se le desgarraba lentamente.
“Decidimos enviar un flyer a ustedes (Atarazana Go!) y lo publicaron en Facebook. Eso empezó a compartirse entre muchísimas personas y las cuentas de rescate de animales también lo pusieron”, contó la arquitecta.
Es precisamente en esta red social en que una señora informa que tiene en sus manos a un yorkshire similar a ‘Blaky’.
Ella le contó a la hija de Blum, María Elisa, que dos jóvenes habían cogido al perrito, el cual deambulaba por la avenida Plaza Dañín, pero del lado de la FAE.
“Esta persona nos pidió un sinnúmero de pruebas para que demostremos que era nuestro. Le dije que soy una mujer de 64 años y que no estoy para mentir. Lloraba sin parar hasta que finalmente acordamos encontrarnos en los exteriores de la clínica Kennedy, de La Alborada”.
Hilda rememora que se bajó junto a María Elisa para ir por el can. Llorando y temblorosa a cada paso que daba quedó a pocos metros de su perrito y lo llamó.
‘Blaky’ brincó de las manos de quienes lo tenían hasta los brazos de su dueña.
“Nunca habíamos experimentado todo esto”, afirma.
En casa, este pequeño también es el gran compañero de la mamá de Hilda, quien sufre de Alzheimer.
“Él se le acerca, juega con ella y a su vez mi mami lo acaricia. Eso le hace bien a su salud”.
El yorkshire no solo volvió con su familia humana, también lo hizo con la canina.
¿Por qué no pueden volver?
El no conocer su entorno ni dejar la orina o sus aromas en esquinas, postes, paredes y similares están entre las causas, por las cuales a los perros se les dificulta hallar el camino de regreso a casa.
Esto sucede porque hay dueños de canes que no los sacan de sus domicilios para que conozcan su entorno y socialicen con otros perritos.
Así lo considera el médico veterinario, José Viteri Chusán, quien atiende desde hace más de una década en su consultorio ubicado en la manzana E-1 villa 2, de La Atarazana.
A su criterio, hay que desechar la idea de no llevar a un paseo a los animales, por el temor a los parásitos.
“Hoy tenemos pastillas que los libran de pulgas y garrapatas hasta por 4 meses, sin ningún problema”, destacó el profesional de 41 años.
Viteri, quien se especializó en clínica menor (perros y gatos en Chile), señala que cuando un peludito se extravía de su hogar, sufre de estrés y ansiedad.
Al preguntarle sobre el porcentaje de animales caseros que logran sobrevivir en las calles tras escaparse de sus hogares, aseguró que es muy bajo, por cuanto la mayoría terminan atropellados.
“El pito de los carros, el ruido ambiental, los gritos de la gente y otros factores, los aturden y como jamás han estado en la calle, terminan bajo las ruedas de los carros, lamentablemente”.
Si existe otro perro que es agresivo en el barrio, José recomienda sacar al can de casa a una hora diferente, ya sea más temprano o en la noche.
“Eso evita que se encuentren. Si el dueño de un cánido sabe que es así, lo ideal es que le ponga un bozal a fin de no tener inconvenientes con los del vecindario”. (I)