El legado de don Gustavo Morales Nogales (+) se mantiene vigente. Aquella sopa que empezó a preparar en la década del 70 aún se comercializa en el centro de Guayaquil con el mismo sabor de siempre. Esto tras un año de para por razones familiares y administrativas. Lo cierto es que Gustavo Morales López (hijo) no deja morir a esta tradicional y nutritiva sopa, a la cual se le atribuyen poderes y efectos afrodisíacos.
El local de El Campeón que fundó don Gustavo (papá) en las calles Manabí y Chimborazo y que luego pasó a Noguchi y Brasil ahora se encuentra en las calles Febres Cordero, entre Lorenzo de Garaycoa y Rumichaca.
En este espacio de mediano tamaño, pero cómodo, Morales hijo atiende a sus clientes. En ese grupo están los comensales que heredó de su padre y también aquellos que cosechó en años de trabajo.
Mientras sirve la caliente sopa, Gustavo (46 años) cuenta que la idea de prepararla se la sugirió un médico a su padre.
“Mi papá se encontraba muy delicado de salud. Tenía un problema hepático y había perdido peso de manera considerable. Es un doctor del hospital Luis Vernaza, de apellido Guevara, quien se lo propuso”.
En esa época, de acuerdo a Morales López, su progenitor tenía cerca de 45 años y consumía solo el caldo de pichones de paloma, el cual tiene un alto poder nutritivo, pero tras el consejo del galeno dio un giro a su dieta, sin imaginar lo que pasaría en el futuro con esta sopa.
“Ándate al camal (antes esas vísceras se desechaban), coge el tronco del toro y prepara una sopa con los granos que quieras. Eso fue lo que le dijo el doctor a mi papá y él la hizo”.
Por esa época, la mamá de don Gustavo Morales Nogales (Nancy) vendía caldo de salchicha en el local de las calles Manabí y Chimborazo.
“Mi papá le pidió un espacio para comercializar esta otra sopa y ahí nació todo. El plato costaba un sucre. La venta era de lunes a sábado a partir del mediodía. La locura por consumirlo fue inmediata”.
El negocio subió como la espuma. A tal punto que Morales dejó su empleo en una empresa envasadora de refrescos y se dedicó de lleno al caldo de tronquito.
Durante décadas don Gustavo atendió personalmente a millares de clientes de todas las clases sociales. Incluso, según su hijo, acudían personas de otros cantones.
La pandemia del coronavirus no solo golpeó al negocio, sino que afectó a la salud del creador de esta sopa.
“Me había quedado sin empleo. Era asesor en una empresa de seguros de la urbe. Entonces tomé la decisión de aprender a preparar el caldo. Él me explicó todo y lo anoté en un cuaderno. Desde 2020 elaboro este sustancioso plato”.
El Campeón hizo una para en sus ventas en julio de 2023. Esto porque se vendió la propiedad en donde estaba el local y porque el consumo se redujo.
“Mucha gente me preguntó en nuestra cuenta de Facebook: Picantería El Campeón, cuándo volveríamos. Ahí mantuve esa interacción con los clientes y tomé la decisión de regresar”.
Hoy, lleno de fe, Gustavo Morales abrió las puertas nuevamente desde hace casi un mes.
“Nuestros fieles comensales han venido. No todos. Algunos quizás se frenan un poco por la inseguridad y la situación económica del país, pero seguimos adelante”.
La materia prima principal para elaborar este caldo (vena, tronco y testículos), Morales la adquiere a un proveedor particular a un costo de $ 5. En el camal, ese mismo paquete vale cerca de $ 12.
A los órganos del toro se suman las habichuelas, el garbanzo, el mote, las arvejas, la zanahoria, las verduras y otros. La inversión en estos dependerá de la cantidad de platos a preparar.
El precio de un caldo se mantiene en los $ 3, al igual que cuando estaba en el local anterior.
Mientras se desarrollaba la entrevista con Gustavo, varios clientes llegaron para degustar la sopa. La pidieron acompañada de un aguacate y de un huevo que se cocinó en el plato hirviente.
“El comercio de este sano caldo ha caído un poco. Aún existen prejuicios, a pesar de que en varios países europeos y en Estados Unidos se consume sin problemas todo esto”.
Ese descenso le preocupa a Morales, quien cree que el tradicional caldo de tronquito merece la misma difusión y promoción que el encebollado, la cazuela o la guatita, referentes de la gastronomía local.
Aún así, Gustavo se llena de fe y sigue dando batalla. Su fortaleza proviene del legado de su padre o quizás del vapor que aspira a diario, mientras elabora esta poderosa sopa. Si alguien duda de ello, vaya y pruébela. (I)
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