La veda del cangrejo terminó con la llegada de octubre y los negocios que comercializan platos preparados con su carne se reactivaron de inmediato.
El guayaquileño es cangrejero por naturaleza y entre los residentes de La Atarazana, la FAE, la Bella Aurora y demás urbanizaciones del sector seguramente hay cientos de comensales del crustáceo.
En el territorio atarazaneño, el 1 de octubre abrió sus puertas el Balde de Cangrejos. Se trata de un restaurante especializado en la preparación de este artrópodo en distintas recetas.
Este emprendimiento es de propiedad de los jóvenes esposos Franklin De la Torre (31) y de Gianella Montiel (34). Se encuentra ubicado en la manzana K-1, villa 18, a pocos metros del ingreso a la placita. Ellos no solo administran su negocio, sino que también son profesionales. Él es ingeniero en administración de empresas y labora en una compañía privada; ella, en cambio, es licenciada en marketing y cumple sus funciones en una agencia de seguros.
Franklin proviene de una familia fundadora de La Atarazana, en la manzana I-2. Su tía Ivón De la Torre también es emprendedora gastronómica y oferta los fines de semana dos platos emblemáticos de Guayaquil: el caldo de salchicha y el arroz con menestra con carne, chuleta y costilla de cerdo.
Franklin y Gianella estuvieron en días pasados en la feria gastronómica Sabores de mi Atarazana, organizada por el Centro de Mejoras. Su plato estrella, el chop suey de cangrejos, tuvo una extraordinaria aceptación en las personas que llegaron al evento. El éxito fue tal que tuvieron que preparar porciones adicionales.
Experiencia en el negocio
De la Torre no es un novato en este negocio. Hace aproximadamente 10 años estuvo vinculado a un local de la conocida cadena Cangrejal de Fa. Esta marca posee establecimientos en varios puntos de la ciudad.
Ahí, Franklin aprendió y acumuló experiencia en el manejo de un cangrejal.
La idea de instalar un restaurante especializado en recetas preparadas con el guariche o punche, como también se conoce al cangrejo rojo, surgió luego de una investigación del mercado y analizar las ofertas alimenticias de La Atarazana.
“Junto a mi esposa nos dimos cuenta que había una oportunidad, que no hay negocios similares. Charlamos sobre el tema, hicimos varias evaluaciones y decidimos apostar. Estamos seguros que este es el número ganador”.
Uno de los últimos cangrejales que hubo en la ciudadela funcionó donde está el supermercado Tía, en la avenida Nicasio Safadi, a pocos metros del hospital Roberto Gilbert.
De la Torre está consciente de las vedas de esta especie, sin embargo, junto a Gianella armaron una carta en la que se ofrecen otras alternativas que incluyen pescado (dorado), corvina y camarones.
Los valores agregados
En la gastronomía quien no pone un plus en sus negocios corre el riesgo de fracasar.
Los esposos De la Torre-Montiel pensaron en todo eso antes de montar su restaurante el Balde de Cangrejos.
“Tenemos varios valores agregados. El primero es que usamos productos totalmente frescos y de la mejor calidad. Todo se prepara al momento. Del mismo modo, nuestro establecimiento le ofrece todas las comodidades que pida la clientela”.
Los vecinos de La Atarazana y demás ciudadelas, según Franklin, ya no necesitan desplazarse hasta los cangrejales de Sauces 6 o los que se asientan en la calle Los Ríos.
“Aquí tenemos un sinnúmero de platos hechos con la carne del cangrejo. Nuestros precios son absolutamente competitivos”.
De la Torre va más allá y sostiene que, a pesar del corto tiempo de existencia, el local se ha convertido en un punto de encuentro de amigos de la urbanización.
“Aquí vienen los moradores de la ciudadela y se reencuentran con sus allegados. En algunos casos con personas que no se veían desde hace tiempo. En pocas palabras esto se convierte en un espacio integrador de amistades y familias”.
El último punto que menciona De la Torre es que si en la ciudadela no hay cortes de energía en su cangrejal tampoco los habrá.
“Por eso podemos atender con total tranquilidad desde las 18:00 hasta la medianoche”.
Platos estrella
Como en todo restaurante existen uno o dos platos que son los referentes de su cocina.
Aquí, el chop suey de cangrejo es uno de ellos, pero recibió el nombre de “El consentido”. Esto porque es el más solicitado y porque su preparación requiere de un cuidado especial.
“Prepararlo y armarlo es un trabajo casi de arte. Requiere de mucha sutileza y pasión. El secreto y la diferencia frente a productos similares está en nuestra salsa. No se compara frente a los otros locales. Eso lo pudimos verificar en la feria Sabores de mi Atarazana, pues muchas personas nos dijeron que era exquisita”.
El otro producto referente es el que le dio el nombre al local: el balde de cangrejos.
Franklin explica que analizaron algunas alternativas, pero se quedaron finalmente con el Balde de Cangrejos. Le pusimos así porque es en un recipiente metálico de ese tipo donde servimos nuestros crustáceos.
Cada balde de 6 unidades tiene un costo de $ 15 y sale acompañado de una salsa criolla, una porción de maduros y arroz mezclado con cocolón.
El local atiende de lunes a viernes. Quienes ingresan se quedan automáticamente hechizados por el delicioso aroma que sale de la cocina.
El Balde de Cangrejos es más que un restaurante. Sus puertas también están abiertas para las celebraciones de cumpleaños, las reuniones de amigos de trabajo o las de compañeros de universidad.
La atención cordial y la comida deliciosa están absolutamente garantizadas. (I)
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