Los últimos rayos de Sol empiezan a despedirse de la ciudad. Millares de empleados guayaquileños buscan el camino de retorno a sus hogares ya sea para descansar, compartir un momento en familia o culminar alguna tarea pendiente.
Otros en cambio se alistan para continuar laborando por unas horas más en casa, pero en sus propios emprendimientos.
La visitadora médica y habitante de La Atarazana, Rossy Vélez es una de esas personas. Lo mismo sus vecinos Hugo Armendáriz y Leonardo López, así como Henry Pérez.
El denominador común de todos ellos es que optaron por extender sus tiempos para trabajar, con el fin de tener ingresos adicionales a los de sus salarios regulares.
La otra coincidencia es que el tiempo usado para esas tareas oscila entre las 18:00 y 22:00, aproximadamente. Pérez lo hace un poco antes, no obstante, el mejor caudal de clientes se presenta cuando ya anochece.
En La Atarazana existen al menos una veintena de negocios, en su mayoría de servicios gastronómicos, que prefieren la noche para abrir sus puertas al público.
Entre ellos están, en la avenida Nicasio Safadi: los dos locales de venta de yogurt, pan de yuca y pollo con papas, una sanduchería de propiedad de jóvenes venezolanos o un pequeño establecimiento que oferta arroz con menestra; en la avenida Plaza Dañín: la Menestra de Pocha, Omar’s Burguer o las Hamburguesas de Mechita, por citar a los más reconocidos.
Esto, en las calles consideradas como principales de la urbanización. Hacia adentro, en las vías secundarias y en las peatonales, también se erigen pequeños negocios
Hamburguesas coloridas
Los chefs Leonardo López (33) y Hugo Armendáriz (34) pusieron color a sus hamburguesas en el local ubicado en la manzana A-4, villa 7.
La idea la trajo Leonardo tras un viaje a Dubai donde observó esta alternativa. No perdió tiempo, la charló con su socio y desde 2018 las ofertan a vecinos y clientes de otros sectores.
Estos panes son de colores: negro (ligero sabor a vino tinto con finas hierbas), rojo (sabor a hierbas y pizza), el celeste (mozarella), y naranja (finas hierbas, mozarella y zanahorias).
“Nos quisimos diferenciar de todos los demás en la ciudad con esa peculiaridad. Un proveedor cercano es quien nos abastece”, explica Armendáriz.
Ambos son graduados en la Escuela de Chef y Hugo participó en un reality de televisión, en el cual se ubicó en el puesto 50. A más de ello, los dos trabajan en diferentes oficinas y hallaron en este colorido emprendimiento una oportunidad para tener más ingresos.
En sus planes está abrir sucursales en La Joya, y en los cantones Milagro y Bucay. Su local se llama Deus, que traducido del portugués al español significa: Dios.
Alas gigantes
Los esposos Juan Pablo Gallegos (34) y Rossy Vélez (31) pensaron en grande. Y no solo apostaron a despachar bastante, sino también en dar calidad.
Él es teniente de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE) y estudia Derecho. Ella es visitadora médica y madre de dos pequeños: Antonio y Paula. El negocio que montaron hace unos meses no fue una decisión apresurada, pues hicieron un estudio del mercado en la urbanización y antes de lanzarse con las salsas efectuaron al menos 5 degustaciones de las mismas con la familia y amigos cercanos.
El resultado quedó plasmado en su establecimiento llamado Las Alas de Papablo (manzana A-4). Aquí todo se prepara al momento, nada se recalienta.
Rossy manifiesta que la idea de montar el negocio ya la venían gestando desde hace meses. Hubo varias alternativas como la distribución de productos médicos, brindar asesorías en materia legal y otros. Finalmente optaron por la comida rápida por cuanto “siempre habrá mercado”.
“Tenemos experiencia ya que mi familia (abuelos) tiene un establecimiento en la misma ciudadela desde hace muchos años. Lo que hicimos es evaluar el tipo de alimentos. Debía ser algo innovador, diferente y rápido. Las papas siempre atraen y las alas se promocionan mucho en las redes. Ahí fue cuando nos decidimos”.
El otro aspecto que consideraron es la cantidad de la porción.
“No solo debe ser comida rápida, la cantidad que se entrega tiene que satisfacer al cliente. El tamaño de nuestros platos no tiene comparación con nadie en el sector”, afirma.
Añade que las salsas de bbq, la honey mustard, la de ajo con queso parmesano y la picante son hechas íntegramente en casa.
Otro valor agregado que tienen los esposos Gallegos-Vélez es que tuvieron la valentía de erigir el negocio en los meses más críticos de la pandemia.
“Empezamos desde cero. No teníamos la infraestructura, pero construimos, adquirimos las cocinas y otros implementos. En estos 4 meses hemos salido adelante”.
Postres gélidos
El ingeniero civil Henry Pérez (59) dejó de lado a los planos de obras y similares. Tras recorrer la ciudadela en distintas ocasiones y observar cuál sería el negocio adecuado el cual emprender, tomó la decisión junto a esposa de montar una heladería. Pero no es cualquiera, se trata de las paletas frías de yogurt perteneciente a la franquicia Greenberry.
Pérez, residente de la ciudadela desde hace 32 años, considera que los postres de esta categoría son la mejor opción para ofrecer a sus vecinos y transeúntes.
“En la urbanización no existen más establecimientos similares y por ello nos fuimos en esta línea. Ya tenemos cinco meses de operaciones. La aceptación ha sido muy considerable”, anota.
Henry, quien antes también incursionó en actividades comerciales, expresa que el helado natural de yogurt es el que más requieren los clientes.
El mejor horario para sus ventas es entre las 19:00 y 22:00
De acuerdo a Pérez, “niños y adultos siempre tendrán un momento para degustar un helado y su local le ofrece las comodidades necesarias para que lo hagan con tranquilidad”. Su local está en la planta baja del bloque 4.
La menestra de Amable
Amable Villamar tiene más años trabajando en el horario nocturno que Rossy, Henry y Hugo.
Su fuerte es el arroz con menestra con costillas y chuletas de cerdo. Antes de emprender en esta actividad laboró en una cadena de hoteles de Guayaquil y luego ejerció distintas actividades en diferentes sectores de la urbe.
Desde hace 6 años oferta sus platos en los exteriores de su casa ubicada en la manzana H-1.
Hasta este sitio arriban vecinos, pero también ciudadanos que habitan fuera de La Atarazana.
Villamar de 56 años optó por trabajar en la noche porque de acuerdo a su filosofía “muchas personas ya no desean preparar la merienda y optan por servirse uno de sus platos o las demás variedades que se ofrecen en la ciudadela durante esa jornada”.
Amable, Vélez, Armendáriz, López y Pérez son vecinos y quizás no se conozcan entre sí, pero todos tienen como objetivo fortalecer sus economías en el horario nocturno. (I)
Fotografías y videos: Jonathan Miranda/Atarazana Go!