Heces caninas ponen en riesgo la salud de los atarazaneños

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Cada vez hay más letreros colgados en diferentes sectores de La Atarazana, en donde se les recuerda a los dueños de mascotas que recojan las heces dejadas por sus animales en veredas, peatonales, parterres y calles.  

No solo porque un vecino, ya sea adulto o menor, pudiera pisar el estiércol, sino también por los peligros que este implica para la salud de los seres humanos y de otros canes.  

Los desechos orgánicos, a diario, quedan expuestos al sol y al viento, se convierten en polvo y se mezclan con la tierra de la calle. Esto es aspirado en algunas ocasiones por los ciudadanos o llega a sus manos, en forma accidental. También ingresa por debajo de las puertas a los domicilios.

Es un ciclo recurrente que alertó a varios vecinos de la ciudadela, quienes no dudaron en colocar carteles, a manera de exhorto, para que los ‘papás’ de ciertos peluditos sean más responsables.  

Dos médicos, los doctores Francisco Plaza y Angie Loor, así como el veterinario y rescatista Luis Vera, explican todos los problemas que pueden generar al hombre y a otros perritos.  

 Infecciones y bacterias  

La doctora Loor explica que las heces caninas pueden generar dos infecciones (toxocariasis y equinococo), así como la transmisión de una bacteria (campylobacter jejuni).  

Las dos primeras causan fiebre, anorexia, hepatoesplenomegalia, exantema, neumonitis, asma y alteraciones visuales; en tanto que la otra genera quistes, principalmente en los pulmones y en el hígado. “Estos también se los puede encontrar en el corazón, los huesos y el cerebro”, advierte la galena egresada de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil.

El doctor Plaza corrobora lo que explica su colega y añade que 1.400 millones de personas en el mundo tienen problemas de toxocariasis.  

“A veces es mal diagnosticada y algunos médicos piensan que se trata de otra cosa”, resalta.  

A su criterio, el abandono de heces caninas en la vía pública es un problema global, el cual afecta a los países del tercer mundo y con un bajo nivel educativo.

El médico, quien es coordinador y vocero de la Fundación Médica contra el Ruido, Ambientes Contaminantes y Tabaquismo (Fumcorat), manifiesta que muchas veces se colocan alimentos en el piso, salen personas descalzas a las calles o ingresan con sus zapatos a las casas, sin saber que están llevando los parásitos.  

Loor y Plaza, incluso, coinciden que si los canes defecan en casa es necesario recoger sus heces y lanzarlas por el servicio higiénico.

Del mismo modo, ambos son partidarios de desinfectar frecuentemente el piso del hogar.  

“Quienes están más expuestos son quienes duermen con sus perros en la cama”, asevera el profesional, graduado en la Universidad de Guayaquil y con casi 40 años en el ejercicio.  

Desparasitarlos  

El veterinario Luis Vera hace énfasis en que las mascotas deben desparasitarse cada tres meses. Ello, a su criterio, evita que transmitan los huevecillos a sus dueños o los dejen en la calle.  

Así mismo, puntualiza: “Hay moradores que creen que el estiércol canino sirve de abono. Eso es un error. Solo el de las vacas y similares tienen esa particularidad porque son herbívoros, los otros son carnívoros”.

El también rescatista de animales dijo que la manera en que los amos crían a sus perritos también es fundamental.  

Los horarios de su alimentación y los tiempos que se destinan para sacarlos a la calle o al jardín para sus necesidades fisiológicas deben programarse para que el perrito aprenda.  

“Al menos dos veces al día los canes defecan”.  

Vecinos responsables  

Janeth Álava y César Cavanna son los dueños de un dálmata de 5 años llamado ‘Manchas’.  

Ellos sacan a su perrito una vez al día, por un lapso de dos horas.  

Una vez que observan a la mascota ponerse en posición para defecar, colocan inmediatamente unas hojas de periódicos. Es decir, los desechos orgánicos de su can ni siquiera entran en contacto con el suelo.  

“Esto lo hacemos todos los días y lo hicimos con otros animalitos que tuvimos”, expresa Janeth.  

La pareja, que reside en la manzana F-4 de La Atarazana, considera que otros dueños de canes deben ser más conscientes y responsables.  

“Dejar las heces en las calles afecta a la estética del barrio, pero también pone en riesgo a la salud de todos: vecinos y otros perros”.

Gabriela Morla es la ‘mamá’ de ‘Tato’ y junto a su familia reside en la manzana D-1.  

Esta vecina saca a su mascota al menos dos veces al día con el fin de que se ejercite, pero al mismo tiempo que haga sus necesidades biológicas.  

“Hay moradores que prefieren mirar hacia otro lado cuando sus peluditos hacen sus necesidades y luego se marchan”, puntualiza.  

Álava, Cavanna y Morla esperan que otros dueños de animales del sector tengan un poco más de conciencia con sus vecinos y demás perros. (I)

Fotografías: Atarazana Go!

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