Una imagen poco usual y que llama la atención es la que protagonizan algunos gatitos callejeros en distintos sectores de La Atarazana.
Ciertos mininos del barrio, que por lo general deambulan en los tejados de las casas, “migraron” hacia los techos de automóviles.
Esta conducta de los felinos ha sido observada especialmente en las noches, en los exteriores del Centro de Desarrollo de Habilidades Valientes, en los estacionamientos de los bloques 8 y 9, en el área donde se parquean autos al pie del parque de La Concordia y en otros sitios.
Pero, ¿cuál es la razón por la que los micifuz toman un descanso sobre los automotores?
El médico veterinario Javier Stalin González explica que hay tres razones para que los gatos de la calle se trepen a los carros: su seguridad ante eventuales ataques de los depredadores (perros agresivos), desde lo alto las posibilidades de cazar a sus presas son más favorables y el otro factor es la regulación de su temperatura corporal.
El galeno, quien dirige la Veterinaria y Peluquería de Mascotas “Perla del Sur Guayaquil”, recordó que los gatos, al igual que sus parientes lejanos como los jaguares, los leopardos y los guepardos, son animales de altura.
“Los gatitos son cazadores por excelencia, astutos y veloces. Al estar arriba pueden observar y planificar la cacería a roedores o también escapar de sus depredadores”.
Respecto a la temperatura de estos peluditos, el profesional en Medicina Veterinaria y Zootecnia por la Universidad Agraria del Ecuador precisa que los mininos soportan los meses de invierno a la intemperie. “No tienen un ambiente cálido o un sitio donde acostarse”.
“Su temperatura normal es de 38 a 39,5 grados centígrados, pero en los días de frío pueden descender a los 36 o 37 grados. Esto último los pone en riesgo de una hipotermia. Por eso es que a veces se encuentran michis muertos en las calles (en su mayoría cachorros)”.
González descarta algún riesgo para los gatitos mientras están en el techo o capó de un carro.
“Una vez que regulan su temperatura retoman y observan que no hay peligros bajarán en busca de alimentos, agua o para dormir en otro sitio”.
González Álvarez, especializado en clínica menor (asistencia a perros y gatos), tiene más de dos décadas de experiencia y su consultorio se encuentra al sur de la urbe, en la avenida Domingo Comín y avenida Las Esclusas.
Así que si un vecino de La Atarazana, de las urbanizaciones aledañas o de otro lugar de Guayaquil ve a un micifuz sobre el techo o el capó de un auto solo hay que recordar que está seguro y tomando un descanso. (I)
Portada y fotografías: Atarazana Go!