El concierto por el aniversario de la banda guayaquileña Profecía no abarrotó el auditorio de la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas (CCG), pero tuvo muchos aspectos positivos que resaltar en distintos ámbitos.
En lo musical, las bandas invitadas fueron del más alto nivel y representan a varios géneros del rock pesado porteño.
La acústica de este recinto es, sin dudas, una de las mejores de Guayaquil. Eso va de la mano con la buena iluminación y la proyección de los fondos, en diversos colores, que identificaron a cada agrupación.
El sonido estuvo a cargo de una persona conocida en el medio, Andrés Carr, quien ya ha prestado su contingente en eventos similares y otros más pequeños. A ello se agrega que es músico y comprende las necesidades o requerimientos de sus colegas.
Las instalaciones de la Casa de la Cultura tienen la infraestructura necesaria para cualquier recital. Sillas cómodas, aire acondicionado y otros servicios adicionales.
Pagar 10 dólares por concepto de entrada para ver a Ransomless, Las Cruces, Devil Knows my Name, Arius, Arpón y a los anfitriones de la fiesta, Profecía, constituye un monto asequible para cualquier bolsillo, si tomamos en cuenta todos los aspectos citados.
Detrás de toda la organización y la promoción de este recital de aniversario estuvieron —a más de Érick Álava, líder de la banda homenajeada— dos personas conocidas del medio por su amplio trabajo a favor de la escena metalera del puerto principal: Juan José Alemán (Funsel) y Paolo Monroy (Rockquil).
Todos estos elementos contribuyeron a que la calidad del concierto de rock por el aniversario número 29 de trayectoria de Profecía haya sido muy alta, tal como se lo merecen los fieles “proféticos” que, en su pico más alto, sumaron aproximadamente 65 personas en el auditorio.
En el marco del Headbangers Attack VIII, las seis bandas interpretaron un total de 46 canciones durante toda la velada metalera del sábado 26 de agosto.
El desarrollo de la fiesta
Cuando el reloj marcaba cerca de las 16:15, apareció en el escenario la agrupación de post-hardcore y nu metal Ransomless (Sin Rescate).
En su repertorio estuvieron los temas: “Sueño mortal”, “Marioneta”, “A la sombra de ti”, “Morir de pie”, “Adiós y “Secuelas”.
La presencia del saxofonista Michael Wong, junto a los músicos, atrajo las miradas y la atención de los primeros que llegaron al evento.
Este grupo lo componen oficialmente: Joel Tomalá (voces), Gean Carlo Aguirre (bajo), José Icaza e Israel Flores (guitarras) y Manuel Requena (batería).
La banda está en escena desde 2019 y las letras de sus canciones rompen los estereotipos sobre la temática del amor y el odio.
“Michael es un músico invitado. En nuestros últimos temas nos quisimos atrever a hacer cosas nuevas y a incluir elementos que son poco usuales en el rock y metal”, dijo Tomalá.
El público premió con fuertes aplausos a Ransomless al término de su recital.
A continuación, el cuarteto Las Cruces, con Giovanni Burneo Lupino a la cabeza, subió al escenario.
Tras unos breves ajustes en el sonido, su show inició con la lectura de un poema cuyo nombre es “Yo renuncio”.
El frontman de esta banda de heavy metal es dinámico, no se queda quieto y hace un sinnúmero de movimientos en la tarima.
“Trastorno”, “Hoy renuncio”, “La horca”, “La carta” y “Perfume de bazar” fueron las canciones del grupo para la noche del sábado pasado.
“Las Cruces es una banda contestataria, un poco anárquica, que habla siempre del despertar social”, precisó Luis León, bajista.
A esa hora, unas cuarenta personas ya estaban en el auditorio de la Casa de la Cultura, y poco a poco llegaban otros seguidores.
Uno de ellos fue Israel Montesdeoca, exbajista de Profecía (2008-2011).
El concierto de aniversario necesitaba ya de guitarras más poderosas y de una batería demoledora. Eso fue exactamente lo que puso Devil Knows my Name (El diablo sabe mi nombre) en su participación.
Al igual que sus colegas anteriores, se tomaron unos minutos para ajustar sus equipos y luego los integrantes aparecieron enmascarados.
La filosofía de este grupo no tiene nada que ver con asuntos oscuros, más bien sus letras se refieren a la maldad que hay en las personas. “Los temas políticos y las falsas religiones también son considerados en las letras”, indicó Jonathan Izquierdo, baterista.
Una intro, “Born in the galaxy”, “Shit mother fucker”, “Bloody corpse”, “Fear”, “Midnight curse” y “Búmeran” fueron las canciones escogidas para acompañar a sus colegas “proféticos”.
A más de Izquierdo, en Devil también están: David Méndez, Jorge Herrera y Geovanny Moreira.
Luego de casi 35 minutos de mucho thrash death metal, estos cuatro “demonios” dejaron el escenario. Los rockeros aplaudieron con vehemencia al cuarteto.
Una banda con ya varios años en las tarimas rocanroleras del puerto principal también debía rendir su homenaje a Profecía.
Esa agrupación es Arius, cuyo líder es Edwin Alvarado, más conocido en la escena metalera como Campeche.
La apertura de su tocada fue con el tema “Ángeles de alas rotas”, la cual se refiere a la violencia y la muerte de niños debido a balas perdidas.
Le siguieron: “Falsedad”, “El grito del traidor”, “Gritos de marcha”, “Inmortal” y “Cubierta digital”. Esta última es una nueva producción.
Campeche es un frontman experimentado y sabe cómo captar la atención del público. En la batería y en el bajo lo acompañaron, respectivamente, César y Óscar Román (ambos del grupo Scar Heavy). También estuvieron Jordan Chávez y Douglas Collaguazo, en las guitarras.
Arpón, un penúltimo de lujo
Las horas fueron transcurriendo entre cada tocada de las bandas y cada ajuste de instrumentos y equipos.
También se sortearon entre los asistentes dos camisetas alusivas al concierto. Paolo Monroy, uno de los organizadores, se las entregó en sus manos a los ganadores.
La cuenta regresiva empezaba. Tras ver en la tarima a grandes músicos, era el momento de observar la presentación de Arpón.
Esta agrupación transita por el cuarto de siglo de trayectoria.
Los músicos Juan José Alemán (voces), Hugo Marmolejo (guitarra), Kevin Campoverde (bajo) y Marcos Mendoza (batería) lucieron los tradicionales uniformes rojos que usan regularmente en sus shows.
En el micrófono principal no podía faltar Arponcito, mascota del cuarteto.
Sin más reparos arrancaron con unos de sus temas más emblemáticos: “Triqui”.
Alemán es uno de los mejores frontman del rock porteño. Gesticula sin parar, se mueve por toda la pista, agita su cabeza, canta fuerte, tiembla y mira con profundidad al público.
Detrás de él, Hugo Marmolejo (guitarrista) se pone en sus hombros la parte musical.
“Transporte público”, “2 de noviembre”, “Trencito”, “Cambien el poder”, “Batalla”, “La bestia” y “El duende” formaron parte del setlist de la memorable noche.
Profecía viajó en el tiempo
El momento más esperado por todos llegó. Eran cerca de las 20:30 cuando Érick Álava, Johnny Reyes, Andrés Mendoza y el reincorporado Roberto Portilla tomaron posiciones en el escenario.
Minutos antes ajustaron sus instrumentos a las consolas y parlantes junto a los técnicos asignados para esa tarea.
Érick dio la bienvenida a todos, pero además agradeció a sus colegas por estar en la fiesta de aniversario.
No le incomodó que la sala no se haya llenado.
Por el contrario, lanzó una frase lapidaria: “Aquí estamos los que tenemos que estar”.
Los fieles “proféticos” aplaudieron al líder y fundador de la agrupación (junto a Johnny).
Profecía se disparó con una de sus canciones más clásicas para la apertura de su concierto: “Ángel exterminador”.
Como era de esperarse, el cuarteto hizo un repaso por los temas más emblemáticos y favoritos de sus seguidores.
“Las siete nuevas plagas”, “Oro negro”, “La cuenta regresiva hacia el Armagedón”, “Los siete sellos del horror”, “No a la tercera destrucción”, “Código Marfil”, “Mundo sin ley”, “Thrash hasta la muerte”, “VII veces VII”, “Pandilleros del cielo”, “El ocaso de los siete tiempos”, “Contaminación mundana” y “Descontaminación humana” retumbaron los cimientos de la Casa de la Cultura.
Un reducido grupo de seguidores no dudó en moshear. En las butacas, los fans agitaron sus cabezas y corearon las canciones.
La fiesta se terminaba. Los presentes fueron testigos del esfuerzo y de la entrega absoluta en el escenario de casi treinta músicos.
Si así fue el festejo por los 29 años, lo que se viene por las tres décadas ininterrumpidas de trayectoria será de un nivel superior. El calendario ya empieza a correr. (I)
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